miércoles, 29 de diciembre de 2010

Capitulo 14

Me encontraba sentada en el borde de mi cama mirándome al espejo. Mi padre aún no llegaba, y yo estaba un poco ansiosa de saber el motivo de la salida a comer. Me examiné, nunca me había encontrado linda… aunque debía serlo, ni mi madre, ni mi amado padre eran feos, ese era el pensamiento que borraba la inseguridad en mi físico.

La puerta de entrada me sacó de mis estúpidos pensamientos. Observé por última vez a la chica que se reflejaba y bajé a encontrarme con mi padre. Se encontraba acomodando su chaqueta en el respaldo de una silla del comedor. Me dedicó una sonrisa y se acercó a darme un beso en la mejilla.

-¿Qué hay pequeña? ¿Lista para cenar? – Asentí, intentando no mostrar mi ansiedad – Me cambiaré de ropa y vamos – Diablos, tendría que esperar más…

A la media hora después estaba en el restaurante, era bastante refinado, y me maldije internamente por no vestirme mejor.  
Ambos ordenamos platos parecidos, por no decir iguales. No quería notarme impaciente, pero papá no daba indicios de querer comenzar la plática. Miré a mi alrededor, mi vista se posó en una feliz familia que estaba a sólo dos mesas de nosotros. Si, definitivamente me recordaba a papá, mamá y a mi en un pasado bastante lejano. La pequeña niña sonreía de algo aparentemente chistoso que decía su padre. Miré a papá que estaba observándome directamente. Le dediqué una sonrisa, quizás incitándolo a que dijera lo que tenía guardado. Jugueteó un poco con su comida, y yo rogué en mi interior por que no fuera algo tan grave. Finalmente soltó el tenedor y me observó.

-¿Recuerdas a Samanta? – enarqué una ceja, ella era la Barbie ejecutiva.
Asentí.- bueno ella es mi asesora financiera, en el último tiempo, la tienda ha ido genial, pero eso ya lo sabes – me sonrió – bueno el punto que se me ha presentado la oportunidad de agrandar el negocio…
-Oh, ¡Papá eso es genial! – lo interrumpí.
- Si hija, y es una buena oportunidad para establecerme financieramente, además me he contactado con amigos del pasado, ¿Recuerdas la banda en que estaba cuando tú eras pequeña? – esbozó una gran sonrisa.
-Claro que recuerdo.
-Pues volver a Francia sería una buena posibilidad de volver a juntarme con ellos- Papá quería rehacer su carrera como músico, y eso me encantaba, pero, esperen, ¿Dijo Francia?
-¿Qué quieres decir con volver a Francia?
- Bueno si, volver, a una tienda allá no le iría nada de mal…
-Pero…no papá, si tenemos todo acá…
-Pero allá tenemos mucho más – bajó su mirada – sé que es un cambio brusco, pero piénsalo querida, allá hay buenas universidades. – su sonrisa se borró levemente.
-Pero… - no pude seguir -¿estaría a kilómetros y kilómetros de distancia de Camilo, Tania, Mandy e Iván? Papá pasó su mano por mi mejilla.
-Cariño, no te estoy obligando, si, es cierto que sería una buena oportunidad, pero antes de todo estás tú, hay que pensarlo fríamente, no me digas hoy qué piensas, decisiones así no se toman todos los días – me guiñó un ojo para infundirme ánimo. Suspiré. Yo estaba completamente segura que no quería irme tan lejos, por mucho que amara Francia, aquí estaba mi hogar…estaba Iván, mis amigas, todo. Pero debía intentar pensarlo por papá, o “simular que lo pensaba”. Terminamos de cenar y fuimos a casa. Le di rápidamente mis buenas noches a papá y subí a mi habitación. Me quité la ropa, me puse mi gran polera de Mickey Mouse, y abracé mi almohada. No sé por qué papá lo intentaba, era obvio que yo no me iría. Pero ¿acaso no estaba siendo muy egoísta? Quizás si, pero mi corazón estaba acá.

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El sol golpeaba directamente en mi rostro, sonreí, me di una vuelta disfrutando de la sensación de los rayos solares, hace mucho tiempo que no hacía calor, y había logrado extrañarlo. Una risa masculina me despertó de mi danza. Me giré a enfrentarlo ¡Por fin había llegado! Corrí a abrazarlo y  besó todo mi rostro. Se podía decir claramente que estaba enamorada, y él de mí. Me separé y lo tomé de la mano para guiarlo hasta el centro del pequeño prado. Di un paso, pero no pude avanzar puesto que Iván no se movía conmigo. Fruncí el ceño.

-Ven – tiré de él – ven conmigo – sonreí pero muy pronto se borró esa sonrisa. Iván negó con la cabeza. - ¿qué pasa?
-Me mentiste…-su voz cambió, estaba enojado, en su rostro se notaba.
-No…no lo hice – bajé mi mirada, ¿Por qué dudaba de mi?
- Claro que sí – se soltó de mi mano – siempre has sido una mentira…

Gotas cayeron por mis mejillas, pero rápidamente me di cuenta que no eran sólo lágrimas, el cielo se había vuelto gris, y la lluvia no había tardado en hacerse presente. Pasé apresuradamente mi antebrazo por mi cara. Miré a mí alrededor, él se había ido.

-¡Dijiste que nunca dejarías de amarme! – grité.
- Y nunca lo haré – susurró alguien a mi oído, me di vuelta.
-¿Tom?
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Me senté en mi cama y miré por la ventana. “Solo fue un sueño” pensé. Lo único que faltaba era que me pusiera a delirar con Tomás y al parecer había empezado. Observé el pequeño reloj que estaba en mi velador, faltaba una hora para tener que levantarme. No sé si está de más decirlo, pero, no pude volver  dormirme. Me levanté al rato, y me vestí tranquilamente. No me di ni cuenta del tiempo hasta que oí que papá bajaba las escaleras para hacer el desayuno. Bajé yo también al rato. Hablamos de algunas cosas superficiales hasta que el timbre sonó. Me sorprendí, porque habitualmente las visitas no son a las 7:30 de la mañana. Fui a abrir.

-¿Charles? – enarqué una ceja, él me sonrió –¡Oh! En verdad eres tú, idiota que desaparece un mes – le propiné un puñetazo en su pecho. 
-Dios, también me alegra verte – me abrazó y me elevó unos centímetros del suelo- ¿Cómo estás enana?
- Bien, pasa – lo tomé del brazo y casi lo arrastré hasta la cocina. Saludó a papá, hablaron de algunas cosas superficiales, tales como, “¿Qué tal los estudios?”- Chicos, debo irme a clases – me acerqué a papá y le di un beso en la mejilla.
- Te acompaño, me queda de camino a la parada de autobús para irme al campus – dijo Charles – Bruno – él tuteaba a papá – después paso por la tienda – le sonrió.
-Ok, hasta luego.

Salimos en silencio de la casa, y en el camino al instituto siguió igual. La verdad, me estaba incomodando, yo siempre hablaba de todo con Charles.

-¿Por qué desapareciste?- lo miré de reojo- pudiste haber llamado, por último a decir un “¿Qué hay?”.
-Lo sé, es sólo que ya sabes, con los exámenes me queda poco tiempo y…
-¿Y?
-Bueno han habido problemas en mi casa – hizo una mueca y desvió su mirada al cielo – Charlotte, quedó embarazada, mamá se volvió loca, y papá, bueno tu sabes cómo es, lo tomó muy mal, hasta le pidió que abortara.

Charles pasó rápidamente sus manos por su cabello. Tomé ligeramente su brazo para que se detuviera. Se giró a observarme y yo lo abracé, sabía que estaba desesperado. Charlotte era su hermana menor, apenas había cumplido los 18, y estaba segurísima que mentalmente tenía con suerte los 15, era demasiado inocente, o así la recordaba. No se llevaba muy bien con mi amigo, pero como todo hermano, se amaban.

-¿Y el padre del niño? – dijo mientras comenzábamos a caminar nuevamente.
-Dios, ese imbécil ni se ha aparecido por la casa, lo peor es que, papá echó a mi hermana a la calle, te juro que lo mataría, pero no puedo, esto me está sobrepasando.
-¿Y donde se está quedando?
- Arrendamos una pieza, no es muy buena, pero le sirve para vivir. Ahora necesito de nuevo el trabajo en la tienda, por eso en la tarde hablaré con tu padre.
-¿Irá Charlotte cuando vayas a la tienda? – ya llegábamos al instituto- me encantaría verla.
- Le puedo decir que vaya – me sonrió, aunque fue un poco forzado. Me detuve cuando ya nos encontrábamos en la entrada. Tomé su mano y la apreté.
-Puedes contar con papá y conmigo, lo sabes ¿cierto?
-Claro hermanita postiza – me abrazó – gracias, en verdad me hacía falta hablar con un monstruito tan tonto como tú.
- Lo sé, me amas – le dí un puñetazo en el pecho, ambos reímos.

Apenas entré me dirigí al casillero, intenté localizar a Iván, pero no se encontraba por ninguna parte. Comencé a caminar hacía el salón de Matemáticas, rápidamente Camilo se unió a mi caminata. No nos dijimos mucho más que un “Hola”. Estaba durmiéndome encima de la mesa mientras el profesor explicaba una maldita ecuación que ocupaba casi toda la pizarra. ¿Quién habría sido el señor aburrido que se le ocurrió la matemática? No lo sé, pero lo odiaba. Sentía unos murmullos venir desde el fondo del salón. El profesor estaba un poco harto. Noté que se trataba de la oxigenada y su amiga del cerebro de maní. El profesor caminó hasta donde ellas estaban y les dio una de sus lecciones de vida. Luego les quitó un pequeño papel que se pasaban la una a la otra. Como siempre lo leyó en público.

-Haber, ¿Supiste la que se armó ayer en el entrenamiento de los chicos? – Camilo dio un respingo, yo enarqué una ceja y me di vuelta a mirar en donde se encontraba en profesor – Nikki dice que Iván y Tom casi se matan, estoy segura que fue por culpa de esa perr- el profesor frunció el ceño, terminó de leer en silencio el papel y luego observó con rabia a las creadoras -¡A la dirección! – ellas se sonrojaron a más no poder, y luego se encaminaron a la salida, a sabiendas que no podrían rogarle nada al señor Figgins. Una de ellas al pasar por mi lado me dedicó una mirada que no supe descifrar, pero no era buena, de eso ni dudarlo.

El resto de la clase, para desgracia del profesor, siguió con murmullos. Le quise preguntar a Camilo, pero mágicamente en ese preciso momento había decidido prestarle atención a la explicación de la extraña ecuación. ¿Habían discutido?, o más bien ¿peleado?, ¿Por qué? Aunque podía apostar que la provocación había venido de Tomás. Tendría que preguntarle a alguien, y ese “alguien” debía ser Iván. Un mal presentimiento se instaló en mi estómago, y se estaba mezclando con el cosquilleo que sentía al pensar en Iván.
No me topé con nadie involucrado hasta la hora de almuerzo. Comencé a hacer la fila y pronto llegó Iván. No se veía muy animado al saludarme, y eso me dolió un poco. Pude notar que tenía un morado en su pómulo, además de la pequeña herida de su labio (mi culpa), que ahora estaba acompañada de un corte en la comisura. Quise golpear a Tomás, pero no se hubiera visto bien, no en esos momentos. Suspiré y me fui hasta su lado en la fila.

-¿Qué diablos pasó? – miré sus labios.
-Una idiotez – también tenía ojeras.
-Pues me encantaría saberla – enarqué una ceja.
-Ya debes saber qué pasó – miró a su alrededor – aquí las noticias corren rápido – suspiré, al parecer no estábamos llegando a ninguna parte.
-¿Por qué?- pregunté. Faltaba poco para que nos atendieran. Iván tomó mi mano y salimos del casino. Me guió hasta un salón vacío.
-¿Qué pasó antes de que te atropellaran? – la pregunta me tomó desprevenida.
-¿Qué mierda te dijo Tom? – mi novio hizo una mueca.
-Eso no es lo que pregunté.

No sabía que decirle, quizás la verdad hubiera estado bien, pero a veces traía más problemas, y yo no quería que se volvieran a pelear, aunque, Iván era pacífico, o eso quería creer.

-Antes de que me atropellaran… hablamos con Tom, luego discutimos – observé mis zapatillas- sabes que nunca nos hemos llevado muy bien, yo había acompañado a Mandy a su casa, y luego él llegó.
-¿Te dijo algo malo? – acarició mi mejilla. Cerré los ojos.
-Nada que no se pueda llegar a decir en una discusión.

Sentí sus suaves labios tocar los míos, su lengua recorrió mi labio inferior, y me dejé llevar por los movimientos. Nunca comprendería cómo nos complementábamos tan bien, desde tomarnos las manos, hasta besarnos, era perfecto, siempre y cuando estuviera con Iván. Nos miramos a los ojos por algunos segundos.

-¿Hay algo más? – Rayos, pensé que había desviado el tema. Quité mi mirada. El beso, el beso, el beso, el beso. Una y otra vez pasaba por mi cabeza, no era que me hubiese dejado marcada, pero me sentía culpable de ocultárselo, quizás cuando las cosas estuvieran más frías podría decírselo tranquilamente a Iván. Por ahora, me lo guardaría.
-No en estos momentos. – el frunció el ceño. Lo más probable es que hubiera preferido el “No” rotundo, y yo no se lo dí. 
-Ok – entrelazó nuestras manos y volvimos al casino.

Algunas miradas me pusieron incómoda. Sólo Dios sabía que odiaba ser un tema. Terminó la hora de almuerzo y luego lentamente las horas que me quedaban. Debía ir a la tienda de papá. Recogí algunas de mis cosas. Alguien me golpeó en contra de los casilleros. Me di vuelta para encarar al estúpido. Una cabellera rubia, bastante falsa, llamó mi atención. La chica con la que hace bastante tiempo había peleado, estaba parada en frente mío con una mirada maliciosa. 

-Creo que acabas de empujarme – cerré mi casillero – y espero una explicación.
- Pues creo que las rameras se lo merecen – su voz chillona me exasperaba, y sus comentarios me hacían peor. No la golpeé ahí mismo porque los pasillos estaban llenos de gente, y no hubiera sido el mejor escenario.
-Ok – inhale profundo – creo fielmente que hay que hacer oídos sordos a palabras estúpidas. – Pasé por su lado para dirigirme a la salida.
-¿Crees que te durará mucho tiempo tu mentira? – me di vuelta para observarla.
-¿Qué?
-Tú sabes muy bien a qué me refiero.
- No pinturita, no lo sé por eso te pregunto.
- Pues, “si no lo sabes” – dibujó las comillas en el aire – luego lo sabrás.

Rodé los ojos y la dejé vociferando sola. Me encontré con Iván en el estacionamiento.

-Voy a ensayo- me guiñó un ojo - ¿Vienes?- mil mariposas revolotearon en mi estómago.
- Me encantaría – sonreí – Pero, quedé con Charles en la tienda de papá, por fin apareció, veré a su hermana.
-Ok – pasó sus manos por mi cintura y me acercó a él- Entonces te veo mañana en Sin Censura – me dio un delicado beso a modo de despedida – A las 10 de la noche, te estaré esperando- susurró en mi oído generándome un cosquilleo por toda mi espalda – O ¿te paso a buscar antes?
- No, sabes que papá querrá que le ayude en la tienda – hice una mueca – estaré ahí, no te preocupes.

Me fui a la tienda de papá y me puse a trabajar. Alrededor de las seis de la tarde apareció Charles y una menuda chica detrás de él. Enseguida la reconocí como Charlotte. Hace bastante tiempo que no venía, siempre estaba con su novio, eso decía Charles. Se veía realmente mal, cansada y sus ojeras no ayudaban mucho a decir lo contrario. Me dio tristeza verla así, nunca nos habíamos llevado mal, tampoco éramos las mejores amigas, pero la estimaba. Se parecía bastante a Charles, tenía el cabello castaño claro que le llegaba hasta la cintura, yo era más bajita que ella, y su figura era la de cualquier supermodelo. Me acerqué y la saludé. Le enseñé una mesa, para que pudiéramos sentarnos mientras papá hablaba con mi amigo. El silencio nos inundó enseguida. No sabía que decirle así que partiría por lo simple.

-¿Cómo has estado? – le sonreí.
-Bien – intentó devolverme la sonrisa, pero le salió algo más parecido a una mueca – seguramente Charles te contó todo – fijó sus ojos en los míos.
-Si – fijé mi vista en el servilletero que se encontraba en el centro de la mesa – y no te juzgare ni nada, sólo quiero que sepas que cuentas conmigo.
-Gracias – suspiró – quisiera trabajar – dijo luego de una pausa – Charles no quiere, dice que él puede hacerlo y ayudarme, pero, no quiero que haga eso por mí, no me lo merezco.
-No digas eso.
-Sabes que es verdad, quizás hasta mi padre tiene razón, pero no mataré a mi hijo.

Me quedé callada. Pero debía hacer algo para ayudar a Charlotte, si yo estuviera en su lugar, me gustaría tener el apoyo de mis amigos, si es que mi familia no me lo brinda. Seguramente ella se sentía sola, su único apoyo era Charles. Se me ocurrió decirle que se fuera a vivir con nosotros. La casa no era tan grande, pero pequeña no era y donde caben 2, caben 3. Por supuesto, ella y Charles se opusieron, diciendo que sería un abuso de confianza, pero a papá le gustó la idea. También apreciaba a Charlotte, por lo tanto acordamos que el día siguiente iría a casa. Quizás podría ser como “mi hermana” o eso dijo mi padre. 

El sábado por la mañana, tuve que ayudar a papá a arreglar el cuarto en donde Charlotte dormiría. Afortunadamente teníamos una cama de más.

Aún tenía la extraña presión en mi estómago, quizás era un efecto de los extraños sueños que había tenido. Yo no quería separarme de Iván. Quise pensar que los sueños eran a causa de mis miedos, y de la pelea que él y Tomás habían tenido. “Sólo es eso” – me dije a mí misma.

Iván’s POV

-Voy a ensayo- le guiñé un ojo, siempre cuando lo hacía sus mejillas se teñían de un lindo rosa- ¿Vienes?
- Me encantaría – me sonrió – Pero, quedé con Charles en la tienda de papá, por fin apareció, veré a su hermana. – Me resigné,  me hubiera encantado que me acompañase al ensayo. Estaba harto de ver a Marcus y a su novia, necesitaba una distracción y que mejor que mi novia.
-Ok – la abracé- Entonces te veo mañana en Sin Censura – posé mis labios en los suyos rápidamente, ya que si no, no la dejaría ir – A las 10 de la noche, te estaré esperando. O ¿te paso a buscar antes?
- No, sabes que papá querrá que le ayude en la tienda, estaré ahí, no te preocupes.

La vi alejarse, quizás parecía un maldito cursi, pero amaba verla, y tenerla conmigo.
Estaba harto de los cotilleos de pasillo. Me habían llegado tantos comentarios de la pelea con el idiota de Tomás que casi no recordaba mi propia versión. Un ligero toque me despertó de mis cavilaciones. Me di vuelta para encontrarme con… ¿Cómo se llamaba? Pues no recordaba, pero era aquella chica con la cual Sofía se llevaba a muerte. Rodé los ojos, aunque dudaba que la chica lo hubiese notado. Me molestaba un poco su cercanía, y no era sólo por su fuerte perfume. Si no por que en la fiesta en mi casa, yo la había besado, estaba pasado de copas, y si, me arrepentí cuando vi a Sofía mirándome. Luego aclare las cosas con ella. Pero no se cansaba de coquetear conmigo, o eso parecía.

-Hola Iván – sonrió – Oh, pobre tu labio – estiró su brazo intentando, supongo yo, tocar en donde tenía herido, pero yo me alejé.
-¿Que quieres? – intenté sonar amable.
- Ah cierto – volvió a sonreír – Lamento lo de tu novia.
-¿Qué? – enarqué una ceja.
- No es necesario que lo ocultes, todos lo saben – hizo una mueca – Tom y ella se besaron ¿cierto?- Mis ojos casi se salen. ¿Qué hicieron ,¡qué!?
- ¿No lo sabías? Tomás nos lo contó hoy – me dio unas palmaditas en el brazo – en verdad lo siento. Quizás no debí decirte…

No sé si dijo algo más, yo fui directamente a donde estaba Tomás con sus amigotes. Lo tomé de su chaqueta y lo arrastré lejos de modo que no nos escucharan.

-¿Qué bicho te picó Kozlov? – golpeó mi mano para que lo soltara, y así lo hice.
- Tú y Sofía – inhalé - ¿Se besaron?- él enarcó una ceja - ¿Eso pasó antes de que la atropellaran?- se quedó callado - ¡Responde!- le grité.
- Si – el muy maldito parecía orgulloso.
- Mientes – lo tomé nuevamente de la chaqueta - ¿La obligaste?- se quedó callado.
- ¿No piensas que quizás se dio cuenta de que el mejor partido soy yo? – estaba a punto de golpearlo pero continuó – Primera vez que el engañado eres tú, y no la chica que está contigo. ¿Qué se siente?
- Cállate imbécil – lo empujé. Me di media vuelta y fui hasta mi moto. Quería preguntarle a Sofía, necesitaba saber de su boca si era verdad. Pero no podía ir tan alterado. Pensé en un lugar, descargarme con la guitarra en el ensayo sería una buena opción. Ya tendría hasta mañana para enfrentar a Sofía…

¿Por qué me engañó? ¿Por qué con él? 

¡Feliz navidad! (atrasada) . Bueno este es un regalo, aunque me atrase, es un poquito más largo. Y no se si dieron cuenta, pero para enmendar mi atraso, ¡Música nueva!, quizás soy la única que me emociono jahsja, pero bueno. Publicaré después de año nuevo (: Se cuidan chicas, y anticipadamente, Les deseo un lindo Año Nuevo, pásenlo bien, coman harto, pidan hartos deseos ( no se si eso se hace (?) , ¡Disfruten de la llegada del nuevo año! que sólo pasa una vez en el año (? lo lamento ando obvia hoy ): 

domingo, 19 de diciembre de 2010

Capitulo 13


Tic, tac, tic, tac.

Era un reloj, o quizás era mi corazón, mis párpados se sentían pesados. Poco podía luchar contra ese peso, porque en realidad todo mi cuerpo se encontraba adormecido. Casi imperceptibles murmullos se escuchaban a lo lejos y la angustia seguía instalada en mi pecho, o más bien, en mi garganta había un gran nudo que me impedía gritar, llorar, o simplemente hablar. Intenté removerme….nada, ni un músculo de mi cuerpo reaccionaba.

¿Acaso estaba muerta?

Pero si lo estaba… ¿Y San Pedro? ¿Las puertas doradas del cielo? O quizás en el peor de los casos ¿Y las llamas, dolor, del infierno? ¿Solo había “nada”? Debía comenzar a admitir que quizás no era lo suficientemente religiosa como para saber que había después de la muerte… pero no era tan ignorante como para no saber esas mundanas creencias populares. 

Desesperada… si, era un buen sinónimo al sentimiento que sentía en esos momentos. Además la pequeña punzada que sentía en mi (creía yo) costado derecho, no ayudaba mucho. Y en ese momento me sentí recién capaz de mover mis ojos, comencé de a poco, porque no era mi intención caer de nuevo en la oscuridad. También pude abrir levemente los ojos, y lamentablemente un maldito foco me obligó a cerrarlos de nuevo. Pero lo intenté de nuevo, y esa vez pude abrirlos completamente y obligué a mi retina acostumbrarse a la luz. Examiné el lugar en donde estaba…un hospital, eso estaba claro, pero ¿Por qué no había nadie velando mi inconsciencia? ¿Y papá? ¿Iván?, un golpe de angustia llegó a mi pecho, necesitaba verlo, recordar que todo había sido un mal sueño…

Me incliné un poco hacia un costado intentando tener una mejor vista de todo, ignoré la gran punzada en mi cabeza y proseguí con mi inspección. Ahí estaba, en un pequeño sillón que se veía de lo más incómodo, mi madre… Quise gritarle que se fuera, pero aunque lo quisiera, nunca sería tan mala ni desagradecida. Por lo menos no estaba sola. Me observó con una clara expresión de alivio. Se levantó cuidadosamente y caminó hasta situarse a mi lado. Dudó entre hacerlo o no, pero finalmente, pasó delicadamente su mano por mi mejilla, yo sólo pude cerrar mis ojos. No lo iba admitir nunca, pero sin duda me hacía falta sentir que tenía una madre, y no arruinaría el momento madre e hija. Esperé un rato y me volví a acomodar normalmente en la cama. Ella retiró su mano y me dedicó una sonrisa de… ¿agradecimiento?, no estaba segura, pero se la devolví levemente. Tosí levemente asegurándome de que mi voz seguía ahí.

-¿Cómo te sientes? – Dijo casi en un murmullo – debería llamar al doctor…
-Bien, sólo me duele la cabeza, y…- la punzada a mi costado se hizo presente en ese momento levanté un poco las sábanas y examiné de donde venía el dolor. Un gran morado estaba a mi costado, a la altura de mi cadera. Me lo toqué superficialmente, y en verdad dolía – aquí.
- ¿Recuerdas lo que pasó? – suspiré, claro que recordaba.

Asentí.

-Bueno, fue un gran susto, afortunadamente y gracias a Dios – tocó una medallita que colgaba en su pecho – no te pasó mucho.
- ¿Y papá? – tenía en mente a Iván, pero ella no era la persona a quien preguntarle.
- Fue a cambiarse de ropa, lo tuve que prácticamente obligar que saliera de tu lado – una sonrisa de añoranza se pintó en su rostro – sigue siendo igual de testarudo.
- ¿No hay nadie más?

Enarcó una ceja y luego sonrió.

-Si, está ese chico que vi una vez en casa de tu padre, ¿Iván?, hace un rato salió a la cafetería, debe estar por venir. – sonreí internamente e intenté no parecer una boba a la mención de su nombre.
-Gracias.

Un silencio un tanto incómodo nos envolvió. Ambas hacíamos como que veíamos la televisión, pero la verdad era que no había nada más, por el momento, que decirnos.

-Creo que le avisaré al doctor que despertaste – retiró un mechón de pelo que estaba demasiado cerca de mis ojos – y como dije el muchacho luego vendrá – sonrió.

La vi marcharse. Parece que era verdad eso del vínculo que enseñan que se forma entre madre e hija. No podía odiarla, pensé que lo hacía, porque no la había visto en años, pero en verdad cuando la había vuelto a ver, sentí celos de Camilo, sentí rencor hacía ella porque me había dejado sola. Pero nunca odio, quizás mi orgullo había tapado el amor que creía que estaba muerto ya, aunque el orgullo seguía, era menos, pero aún estaba ahí.
La puerta se abrió de repente, e interrumpió mis pensamientos. Iván entró sosteniendo un paquete de mini galletas, se atoró con la galleta que estaba masticando al verme observándolo.

Me reí de él. A pesar de que la angustia seguía instalada en mi pecho, le sonreí. Se acercó a mí, y dejó el pequeño paquete en la mesita que estaba al lado de la cama. Posó sus manos en mis mejillas que ahora estaban un poco mas calientes, y comenzó a dibujar círculos con sus pulgares en ellas. Suspiré mientras lo veía acercarse lentamente a mí. Rozó su nariz con la mía, cerré mis ojos disfrutando de la caricia, finalmente posó sus labios sobre los míos. Fue delicado, tranquilizante, su respiración se mezclaba con la mía, y mis estúpidas preocupaciones se esfumaron. Se separó un poco y me miró a los ojos que ya tenía abiertos. Dejé que mi respiración volviera a su estado normal, pero su cercanía no me ayudaba mucho.

-Tonta – sonrió- La próxima vez llámame antes de irte del instituto o simplemente mira a los dos lados antes de cruzar la calle – depositó un pequeño beso en la comisura de mis labios- pero promete que no volverás a hacerme pasar un susto así.
-Lo prometo.
-Te amo – dijo antes de besarme.
- ¿Nunca dejaras de amarme? – me sentí como una niña pequeña, quizás el golpe me había afectado más de lo necesario.
-Nunca – se rió ante mi comportamiento, pero tenía un matiz de seriedad sus palabras.
-¿Lo prometes? – lo miré a los ojos. Por alguna extraña razón, y sospechaba que por mis ahora crecientes dudas, necesitaba saberlo.
- Lo juro – volvió a acariciar mi mejilla. Solté el aire,  no dudo cuando lo dijo, y eso me tranquilizó.

Al rato llegó papá, y luego de decirme palabras cariñosas, comenzó a regañarme por mi torpeza y por no mirar cuando cruzaba. A lo que yo contestaba con mis habituales “si papá”. Luego fue a visitarme Mandy, Tania, y Camilo.

-¿Por qué te fuiste de repente de casa? – Me reprochó Mandy, la quise asesinar con la mirada, pero obviamente ella no sabía nada de la discusión con su primo – Tom estaba raro, y no quiso decirme qué pasó – sentí la mirada curiosa de Iván que no se había separado de mi lado en todo el día.
- Bueno, es solo que como ya te ibas a ir… me fui, además recordé que tenía cosas que hacer, y lo lamento, debí haberme despedido…

Sentí que ni Amanda ni Iván creyeron en lo que dije, pero rápidamente cambié el tema. Supe que había estado un día inconsciente. Me había golpeado la cabeza y no tenía ninguna fractura afortunadamente, sólo un pequeño esguince en mi muñeca, el cual cubría un disimulado vendaje con una especie de “guante”. Quise golpear a Iván en cuanto me dijo que creía que mi papá se había dado cuenta del morado en mi cuello, pero que al parecer, no había hecho ningún comentario.

A los dos días me pude ir del hospital, pero quedé con un día de reposo, por el golpe en la cabeza.

Las semanas pasaron o más bien, pasaron dos semanas desde el accidente. Tom no se acercaba a mí, nuestra “relación” estaba peor de lo que alguna vez había estado, yo seguía dolida con sus palabras, y lo peor era que rondaban una y otra vez por mi cabeza.

“pensé que eras diferente”

“yo no nunca he querido ser sólo tu amigo”

“me asusta que luego toques fondo”

Evitaba dedicarle alguna mirada, de cierta forma me recordaba también el beso… ¿Estaría bien quedarme callada? La verdad era que yo no había engañado a Iván, porque… me tomó de sorpresa. Pero tampoco quería que Iván fuera y golpeara a Tom, porque conociendo a mi novio, culparía a Tom de todo lo que pasó ese día, aunque la verdad era que… Era yo la única culpable de todo, yo dejé que me afectara, yo dejé que sus palabras se instalaran en mi cabeza… ¿Y cómo podría volver a mirar a Tomás si sabía que él no me quería como una simple amiga?

Habían otras dos cosas que me preocupaban de sobremanera. La primera era que Charles no había aparecido en casi un mes, papá insistía en que él no sabía nada al respecto, pero yo no estaba tan segura.  Y la segunda cosa era que mi padre estaba comportándose extraño, o más bien, lo que me preocupaba era que, aquellas “reuniones de trabajo” se habían hecho más frecuentes. Y también veía a la tal Samanta más a menudo de lo que me hubiera gustado. La verdad nunca veía actitudes sospechosas ni coqueteos, siempre parecían estar en un completo ambiente de trabajo, pero lo que frustraba era mi completa ignorancia en cuanto al tema.

Me desperté en la mañana con una sensación extraña, loca o no así era. Me duché y luego fui a desayunar. Papá ya tenía todo servido , se encontraba revisando algunos papeles mientras daba pequeños sorbos a una taza de café. Me acerqué y lo saludé dándole un pequeño beso en la frente. Me comí mis tostadas y me despedí de papá.

-Hija ¿te parece si en la noche vamos a cenar? – dijo antes de que saliera de la cocina, yo enarqué una ceja.
-Algo de qué hablar – pregunté.
-Si, además sé que las tardes las tienes ocupadas – se rió. Vino hacia mí y desordenó mi cabello, habito que tenía desde que era pequeña – que te vaya bien pequeña, vuelve temprano.
-Ok.

Me dirigí al instituto. Iván me había invitado a su casa cuando terminara. Los jueves no compartíamos muchas clases. Es por esto, y porque los profesores no ayudaban para nada, que la mañana se me pasó lentísima. Al sonar el timbre para salir fui casi corriendo hasta mi casillero para retirar algunos libros. Vi a unos cuántos metros de mí, que Tania y Camilo conversaban animadamente. Me gustaba ver a Camilo sonreír, y más aún mientras lo hacía con mi amiga. Eran una linda pareja, aunque ellos lo negaran. Mandy había estado un poco desanimada, seguían los problemas en su casa, y últimamente pasar tiempo con Tomás no era lo mejor, estaba más introvertido de lo normal, y en su casa se encerraba en su habitación todo el día. Según Mandy, se estaba convirtiendo en un superficial.

Odiaba sentirme en cierta forma culpable de ese cambio, aunque fuera poco probable, tenía esa leve sospecha. Yo le gustaba, y lo había rechazado, y lo ignoraba todos los días (aunque a mi favor podría decir que el ignorarse es mutuo). Quizás la única razón de que alguna vez pudiera hablar con él sería por mi amiga… no habría ninguna otra.

Unas manos rodearon mi cintura por detrás.

-¿Qué tanto piensa la señorita? – susurró en mi oído provocando que mil escalofríos recorrieran mi columna. Me di media vuelta y me encontré con el sonriente rostro de Iván.
-Pienso en cómo es posible que tenga a un novio tan cursi – bromeé.
-Hmm… - acercó su rostro al mío y me besó – soy un novio enamorado – se rió, y corrió un mechón de cabello que caía sobre mis ojos. Le dediqué una sonrisa y me di media vuelta para poder cerrar mi casillero. Él tomó mi mano y nos encaminamos hacia la salida. Las miradas que antes nos dedicaban ahora eran menos, sólo quedaba la de una oxigenada, la misma que casi mato en gimnasia.

Tom pasó por nuestro lado, y ni siquiera me dedicó una mirada, llevaba el ceño fruncido, pero eso era lo habitual, aunque no dejaba de doler el grado de desagrado que sentía hacia mí. O eso pensaba.
Fuimos hasta la moto de Iván, él se subió primero y yo me senté detrás de él pasando mis manos por su cintura. Él viaje fue corto, ya me había acostumbrado a la moto, y hasta me gustaba subirme en ella, por lo menos era un buen pretexto para abrazar a mi novio. “Tarada” se burló la vocecilla en mi mente. Vi en frente mis ojos la pequeña bodega en donde aquella vez pasé una de las mayores vergüenzas de mi vida.

-¿Ensayo?
- Si, quería que me acompañaras, ahora nos podrás escuchar legalmente – él se rió, y yo me sonrojé.
-No es necesario recordarlo – se inclinó un poco, y me besó.
-Lo siento.

Entramos y estaban 3 chicos arreglando algunos cables, y probando el sonido de los instrumentos. Eran los mismos que recordaba de la última vez. Los saludé uno por uno, había una chica con rizos, menuda y un poco bajita.

-Hola- sonrió, su voz era extremadamente suave – Soy Catherine, la novia de Marcus – miró al chico que sostenía el micrófono, y sus ojos brillaron, “definitivamente está enamorada” pensé. – Un gusto.
-Lo mismo digo, soy Sofía – le di un beso en la mejilla y ambas nos sentamos en un pequeño sofá para ver tocar a los chicos.

Comenzaron a tocar, y eran más buenos de lo que recordaba. Iván se veía mas lindo de lo que era, y eso nadie podría negarlo, ni la enamorada Catherine, ni el presidente de la nación. Tocaron casi 5 canciones diferentes. La banda estaba compuesta por 4 integrantes, Marcus, el vocalista, que era un chico moreno, con el cabello hasta la barbilla y ojos verdes. Luego venía Sebastian el baterista, rubio y sus ojos eran grises o algo parecido. Estaba Alex, el bajista, moreno y de ojos cafés. E Iván, que a veces ayudaba en los coros, pero a mi parecer debería cantar más.

-¿Te gustaron las canciones? – preguntó mi novio sentándose a mi lado.
-Si, sigo pensando que deberían hacerse públicos.
-Lo mismo digo – se rió Sebastian.
-Bueno chicas hay una sorpresa – dijo Marcus – el sábado tocaremos en Sin Censura (disco inventada).

Catherine se lanzó a los brazos de Marcus con una risita. Y yo enarqué una ceja.

-Enserio – le pregunté a Iván.
-Claro – me dio un beso en la mejilla – y estas más que invitada, por no decir, obligada a ir a vernos.
- Pues, ahí me tendrás – me reí.

Eran casi las 6 de la tarde y sabía que Iván estaba retrasado para su entrenamiento de rugby. Nos despedimos de todos, y Catherine me dijo un “te veo el sábado”, era realmente simpática. Iván me llevó a mi casa.

-Creo que el entrenador me matará – miró su reloj.
- Deberías irte.
- No sin una buena despedida, ya estoy retrasado, unos minutos más no harán daño – pasó sus manos por mi cintura y me atrajo hacia él. Rodeé su cuello con mis brazos, y busqué su boca con la mía. Atrapó mis labios delicadamente. Mis dedos se enredaron con su cabello. Se me estaba acabando el aire, y recordé que él me debía algo… Capturé su labio inferior con mis dientes y lo mordí, no tan fuerte pero si lo suficiente. Esbozó una sonrisa aún sin alejarse de mis labios. Finalmente se separó. Y pasó su lengua por su labio. - ¿Tu venganza? – Asentí, observe el lugar en donde había mordido, y quizás se me había pasado la mano, pero mi “morado” lo había notado papá, el doctor, dos enfermeras, y Tania (que se burlaba hasta ese momento)
- Suerte con el entrenador – le di un beso rápido y fui hasta mi casa.

Arrancó su moto y desapareció por la calle. Recordé que papá quería cenar conmigo esa noche, así que busqué ropa decente para la ocasión. Estaba casi comiéndome las uñas por saber qué quería decirme. Sólo esperaba que no fuese nada malo…

Iván’s POV

Pisé el acelerador, porque tenía exactamente 10 minutos de retraso, y de seguro el entrenador me haría dar 10 vueltas el gimnasio, pero Sofía lo valía, eso ni dudarlo. Me cambié rápidamente en los camarines en cuanto llegué, y me fui corriendo hasta el gimnasio. Estaban precalentando aún. El profesor me dedicó una mirada de odio, aunque debo admitir que dudaba que tuviera otra. Y me puse a correr. Terminé exhausto, pero no pude decir nada porque ya estaban formando dos equipos para la práctica. Camilo también había comenzado a estar en las prácticas, era realmente bueno, y me llevaba excelente con él. Afortunadamente estábamos en el mismo equipo. Noté mientras jugábamos, que Tomás estaba más agresivo conmigo que otras veces, sabía que él y Sofía tenían un problema, pero ¿estaba yo dentro del drama? No me había querido meter ni insistir en el asunto porque ella al parecer no lo quería, pero se le estaba pasando la mano a Tomás y yo no era de la gente más paciente.
-Es un entrenamiento Tom – le grité – no intentas matarme.
-Recién ahora te salió lo poco hombre – se acercó a mí. Eso no pintaba para bien.
-¡¿Cuál es tu problema?! – lo encaré y deje de jugar ya que él tenía las claras intenciones de seguir con la pelea.
- Tú eres mi problema imbécil – me empujó, y yo le devolví el empujón ya que estaba demasiado cerca.
- A ¿si?
-Si, deberías alejarte de Sofía antes de que la engañes con alguna perra – lo dijo lo suficientemente bajo para que sólo yo escuchara. Mi puño voló a su mejilla. Testosterona o no, comenzamos a pelear.
-¡Qué te crees idiota! – los chicos intentaban separarnos, y el profesor nos gritaba.
- Deberías preguntarle a tu novia qué pasó antes de que la atropellaran – Por fin pudieron separarnos, y yo quedé con las ganas de matarlo.

Y mientras el profesor nos regañaba y nos decía uno que otro improperio, yo me preguntaba ¿Qué paso?... 

Personalmente me gustó este cap... no sé ustedes, de corazón espero que compartan mi opinión. Chicas, gracias por su apoyo (: , y por continuar leyendo la historia... Se cuidan!

miércoles, 8 de diciembre de 2010

Capitulo 12

Caminamos unas cuantas cuadras, mientras Tania intentaba poner algún tema de conversación. Yo quería olvidar, aunque fuese por medio segundo, el día que era. Pero no lo estaba logrando. Las escandalosas risas de Tania me distraían a ratos. Era fantástica. Veía todo de una manera liviana. Pero pude notar que tenía carácter. Se enojaba cuando la pasaban a llevar- eso me lo contó mientras caminábamos- la persona que más odiaba pero a la vez amaba era a su hermano mayor. Y sus padres estaban locos (también me lo dijo).
-¿Y tú? – Soltó una pequeña risita - ¿tienes hermanos?
-No – le dediqué una sonrisa.
-Genial – meditó – ¿eres de acá? – Negué con la cabeza -¿de donde entonces?
-De Francia.
- Se nota – se rió. Yo también lo hice.
-¿Por qué lo dices?
- Es sólo que… o eres extranjero o tienes un serio problema al hablar.
- Hablo normal – enarqué una ceja.
- No claro que no, haces algo como “ Soy Camilog Mercieg, ¿comog egtags?” – Me miró seria unos segundos y luego soltó una carcajada – es divertido.
- No me parece – hice una mueca, pero luego me uní a su risa –Ok, quizás un poco, pero es aún más divertido oírte imitar mi voz, eres pésima – se sonrojó un poco, pero luego se rió nuevamente. ¿No se aburría de reírse?


Continuó imitando mi voz. Entramos a una cafetería ya que estaba comenzando a llover, ella pidió un muffin’ y una leche con chocolate. Yo pedí lo mismo después de darme cuenta que era lo único bueno en el lugar.


-¿Y tus papás? – me miró - ¿tienen algún problema sicológico como los míos? – se rió.
- La verdad… sólo tengo mamá – miré mi taza – o bueno, la verdad es mi tía, larga historia – me encogí de hombros.
-Oh, lo siento – bajó su mirada y le sacó un trozo a su muffin’.
- No te preocupes, pasa…- posé mi mano encima de la suya de modo de darle a entender que no me importaba, aunque la verdad me había dolido recordar el día que era. Tania se sobresaltó un poco cuando tomé su mano. Pero luego lo dejo pasar. Y me dedicó una de sus lindas sonrisas…


Sofía’s POV


Habían terminado las clases y me dirigí hasta la salida. El día seguía nublado, “qué novedad” pensé. Me ajusté la chaqueta de modo que fuera imposible que entrara ni una partícula de aire. Me mezclé con la masa de gente que se estaba apostando en la salida, hasta que por fin estaba en el estacionamiento.
Vi de reojo que Camilo y Tania iban conversando animadamente mientras se alejaban del instituto. Bien, hoy no hablaría con Camilo. Iván, no tenía ni la menor idea de donde se había metido, así que mejor me iba antes de que se pusiera a llover. Mandy iba caminando hacia su casa, así que traté de alcanzarla. Al llegar a su lado noté que se pasaba rápidamente el dorso de sus manos por sus ojos.


-¿Mandy? – puse mi mano en su hombro, quería que me mirara – ¿Te encuentras bien?
-Cl..Claro – suspiró.
-Puedes confiar en mí.


Otro suspiro…


-Lo sé – se quedó callada por unos momentos - ¿Te gustaría venir a mi casa? – asentí.


El resto de camino nos fuimos en silencio. Pequeñas gotas comenzaron a caer a nuestro alrededor, el ambiente pintaba para uno de esos días en que todo parecía triste. Llegamos luego a la casa de Mandy. Una pequeña señora, la empleada, se acercó a saludar cariñosamente a mi amiga, y me dedicó un sonoro beso en la mejilla a mí. No ofreció mil cosas para comer, y finalmente nos dio dos vasos de jugo. Amanda me guió hasta su habitación, aunque yo recordaba bien a donde era. Me senté en un pequeño sofá y ella se sentó a mi lado. Pequeñas lágrimas recorrieron su mejilla, yo me sorprendí, no quería pensar que “el asunto” era tan grave.


-¿Qué pasa Mandy?
- Es… es todo – luchó un poco con sus lágrimas que seguían cayendo – primero, es mi madre, y mi padrastro, pelean todo el día, y él… bueno es… - hizo una gran pausa, quizás no encontraba la palabra – es… un poco agresivo con ella, mamá me llamó, hace poco, me dijo que hoy no llegaría por trabajo, pero estoy segura que eso no es, ella es demasiado buena, jamás permitiría que yo la viera con algún morado, y yo, no quiero eso para ella, me encantaría pegarle a ese desgraciado – sus manos se aferraron a la tela de su pantalón – pero no puedo, simplemente no puedo, mamá se supone que lo ama, pero, no es sano, no lo es. Y él, es gigante, tengo miedo de quedarme con él.


La abracé cuando supe que había terminado, ella era tan buena, no dudaba que lo había sacado de su madre. Y no se merecía vivir así. Me entraron ganas de matar al sujeto también.


-¿Y hoy donde te quedarás?, puedes venir a mi casa – negó con la cabeza y se soltó de mi abrazo.
- No – limpió sus lágrimas – cuando mamá no está me quedo con mis tíos, en casa de Tom.
- Bueno, eso esta mejor – le sonreí. Ella intentó hacer lo mismo, pero resultó salir una extraña mueca.


Le pregunté algunas otras cosas sin importancia, para intentar que ocupara su cabeza en otro tema. La puerta de entrada ( o alguna del piso de abajo) se abrió. Y luego un hombre de unos 40 años entró a la habitación de Mandy. Era altísimo, parecía algo así como un boxeador retirado, sus facciones eran duras, y daba miedo mirarlo, o quizás era por que ya sabía parte de su historia.


-Hola Amanda – me miró para luego volver la mirada donde mi amiga - ¿Tu madre?
-Tiene un viaje de negocios, llega mañana a medio día – el hombre soltó un bufido.
-Si, negocios – salió de la habitación y cerró la puerta de golpe.
- Es un gorila- comenté para romper la burbuja de hielo que se había formado a nuestro alrededor. Mandy soltó una pequeña risita.
-Si…


Su celular comenzó a sonar, y con un “entra” cortó.


-¡Rayos! Es Tom, y ni siquiera he echado mi cepillo de dientes a mi bolso. Entretenlo.
-¿Y yo que culpa tengo? – ella se rió ahora con un poco más de ganas.
-Vamos, no es tan malo.
- Dios, ok, pero apresúrate.
- Está bien.


Bajé hasta la sala y ahí estaba Tom, se sorprendió al verme, pero luego me ignoró. ¿Y ahora porqué estará enojado? Me pregunté a mi misma, pero nadie me respondió. Bien, hasta mi mente me ignoraba, y eso no era muy alentador.
Tom estaba con una polera verde, que combinaba con sus ojos, un suéter oscuro encima y unos jeans claros. Me fijé en su ropa, ya que el muy maldito ni siquiera me estaba mirando, y tampoco tenía muchas intenciones en dirigirme la palabra por lo que noté. Respiré hondo, por que odiaba que se enojaran conmigo sin ningún motivo. O… quizás él estaba esperando que yo lo saludara.


- Hola Tomás – él me miró.
-Hola Sofi – rodé los ojos. Posó sus ojos en los míos. – ¿y a que milagro del cielo, se debe que me dirijas la palabra?
- Te debo entretener – me encogí de hombros – pero, por qué dices eso, yo si te dirijo la palabra, es sólo que a ti nunca te veo, y cuando lo hago, me ignoras.
- Querrás decir que estás tan ocupada con tu noviecito que ni siquiera te das cuenta de la gente que está a tu alrededor.
- Estás siendo injusto – aparté la vista de sus penetrantes ojos verdes.
- La verdad duele Sofía.
- No, duele saber que ni siquiera te des el tiempo de intentar ser amable conmigo – se rió amargamente.
- Lo intenté, pero al día siguiente apareciste de la mano con el gran galán, con el perfecto, Iván. Pero no te diste cuenta que él sólo te está usando.
-No entiendo en qué pudo haber afectado eso a nuestra amistad- miré al suelo, él se estaba pasando con sus comentarios – Y no hables de Iván, no lo conoces- fruncí el ceño.
- Lo conozco – se acercó – es el típico chico deportista, tiene mil chicas a su alrededor, y las pesca tan fácilmente, yo pensé que tú… demorarías menos tiempo en caer a sus encantos, pensé que eras diferente, pero demoraste menos de lo que demoran las porristas en estar con él. – golpe bajo – Y no te diste cuenta, que yo no nunca he querido ser sólo tu amigo. – dio otro paso, y posó apresuradamente sus labios en los míos. Quedé en estado de shock, ¡Por qué mierda Tom me estaba besando! Sus labios se movieron apresurados sobre los míos, eran suaves, pero un poco agresivos. Sus manos aprisionaron mi cintura.


Lo aparté como pude con mis manos, quizás lo correcto habría sido darle la cachetada de su vida. Pero no lo hice, sus palabras me dolieron en mi orgullo, en mi dignidad. Y no dejaban de tener su nota de verdad. Todo había pasado tan rápido con Iván, yo habitualmente tenía miedo, de que todo terminara de repente. Suelen decir, que lo que rápido llega, fácil se va. Y eso me aterraba, me había hecho dependiente de alguien, de él, y yo había tratado toda mi vida de nunca hacer eso, pero no, había caído, y quería demasiado a Iván como para alejarme, no pretendía hacerlo, pero odiaba ser débil.


Tom intentó acercarse a mí nuevamente, pero retrocedí. Suspiró pesadamente y se dejó caer en el sofá.


-Yo de verdad te quiero, nadie en el instituto cree que lo de ustedes dure mucho, Iván no funciona así. Él es más… de cosas pasajeras. Y si llega a tener “algo serio” – remarcó las comillas en el aire – luego se mete con otra chica. No me controlaría si ese imbécil te hace algo, pero tú, sigues cayendo, me asusta que luego toques fondo.


Un nudo comenzó a crecer en mi garganta. Me acerqué a Tom, y dejé que mi mano volara hasta su mejilla. Me miró sorprendido. No dejé que me dijera nada más porque me encaminé hacia la puerta de salida.


El día se veía más gris de lo que ya estaba, ahora la lluvia predominaba en todo el lugar. Me di cuenta en ese estúpido momento que había salido sin la chaqueta. Estaba muy segura en la habitación de Mandy. Y no me devolvería a buscarla, después de la salida triunfal que había hecho. Corrí hacia la esquina más cercana y me refugié debajo de una parada de autobús.


Al fin y al cabo, quizás Tom estaba en lo cierto, quizás yo era una más de las conquistas de Iván, llegaría un día en que él se aburriría de mí. Después de todo, era solo un enamoramiento adolescente, y para mi era importante, y era casi un cuento de hadas porque… Bueno, era mi primer amor. ¿Y para él? , decía que me amaba, pero ¿se lo habrá dicho a alguna otra chica? Aunque me doliera yo no era su primer amor, y por lo tanto, ya no era por regla necesariamente importante en su vida. Solo sería su tercera, o su cuarta.


Vi a una pareja sentarse en el pequeño banco de la parada. ¡Lo que me faltaba! Demostraciones de amor. ¿Yo amaba a Iván? Si, desgraciadamente, y aunque luché contra ello, lo amaba. ¿Sabía yo que era amar? Ni idea, seguramente no.


La pareja no ayudaba, se estaban devorando, y yo estaba parada intentando concentrarme. Sin darme cuenta lágrimas habían empezado a caer. Caminé fuera de la parada de autobús. Mi vista estaba empañada, casi ni veía el camino por donde iba. Y el frío se estaba calando por mis huesos. Todo iba mal, y para peor. ¡Todo era culpa de Tom! Ni siquiera sabía por qué hacía el mínimo caso a sus palabras, podía ser que ni fueran ciertas. Yo era la imbécil, por no confiar en mi novio, por ser insegura. Pero era inevitable, eran mis miedos que estaban actuando. Yo no lo quería perder, yo no quería pensar en verlo en un futuro con otra chica que no fuera yo. Estaba siendo patética, pero era una necesidad masoquista. No quería imaginarlo con más chicas, e imágenes creadas por mi imaginación pasaban una y otra vez por mi cabeza. Él con la chica de inglés, él con una porrista, él con la chica de esa fiesta. Estaba desquiciándome por algo que ni siquiera era probable que pasara…
¿Cuándo me había vuelto tan imbécil, cuándo me había vuelto tan vulnerable?
Ya tenía la respuesta… desde el momento en que Iván había aparecido en mi vida.


Crucé la siguiente calle, no me fijé si venía o no un auto, quería llegar lo más pronto posible a mi casa. Ya casi sentía las mantas de mi cama, necesitaba dormir, y no pensar en nada más que en la almohada. Pero un sonido agudo hizo que levantara mi cabeza. Las ruedas se deslizaron por el asfalto, y yo quedé pasmada, no podía despegar mis pies del suelo, sabía que debía moverme de ahí, pero sólo cerré mis ojos. Oí como la lata chocaba contra mi cuerpo. Escuché el ligero grito de una mujer. Vi el cielo gris, y sentí unas cuantas gotas caer en mi rostro, luego, todo se volvió en simple y llana oscuridad.
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Pétalos de flores caían a mi alrededor, el cielo se encontraba por fin despejado, pero había llovido hace poco, el olor a “lluvia “ impregnaba el ambiente, y me sentía viva, sabía que luego florecería la pequeña semillita que había plantado ya hace algunas semanas, y ya estaba convertida en un verde y robusto tallo. Los rayos de sol apuntaban directamente a la futura flor.


-Sofía, debes entrarte, está húmedo el pasto, te enfermarás – gritó mi madre desde la puerta de la cocina, le dediqué una gran sonrisa, y volví a mirar la pintita roja que se asomaba de la punta del tallo, faltaba poco...
Pero la lluvia volvió a caer y el botón se volvió a cerrar. Suspiré pesadamente.
- Dale tiempo al tiempo – dijo mi madre apenas entré a la cocina.

-¿Por qué lo hiciste Sofía? – su cara estaba crispada por el dolor.
-¿Qué hice Iván? ¿Te engañé? – le grité, mil lágrimas caían por mis mejillas.
- ¡Te parece poco! – desvió la mirada de mis ojos.
-Pues, es la verdad, no soy perfecta, no soy el ángel inmaculado que creíste que era.
- En verdad no te reconozco, o quizás es que nunca te conocí – se alejó de mi, y el dolor creció, ¡Por qué se iba!
-Sólo déjame.
- Lo haré – hizo una mueca que rompió lo poco que quedaba de mi corazón – nunca más interrumpiré tu vida.

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Al desaparecer de mi vista, sentí que perforaban mi pecho, lloré descontroladamente, ¡Yo no quería que se fuera!, la angustia se apoderó de mí. Sentí que la oscuridad volvía a consumirme, y esta vez parecía arrastrarme a lo más profundo...


Lo que está en "---"es como un sueño, pensamiento, o algo así. Sé que el cap esta raro, pero es lo que nació de mi (: Bueno, si están pensando, "Entonces eres rara¿?" ¡Si! Lo soy :D. Todo se confabuló en mi contra esta semana para no sacarlo antes, pero aquí está!, Por favor no me abandonen con los comentarios, sé que no me los merezco por dejarlas tanto tiempo, pero intento reivindicarme. Bueno eso, Se cuidan :P