sábado, 16 de abril de 2011

Capitulo 19

Iván’s POV

Me vestí tan rápido que ni cuenta me di de qué cosa me puse. Esperaba alcanzarla era todo lo que quería, verla, arrodillarme y pedirle perdón pero también tenía miedo ¿Y si no me quería más? ¿Y si no me perdonaba? Suspiré pesadamente y tomé las llaves de mi moto. Kate me miró interrogativa, supuse que esperaba acompañarme pero a ella le faltaba mucho para estar lista. Me dedicó una sonrisa de apoyo.  Corrí hacia al garaje y cuando menos lo pensé iba a toda velocidad hacia el aeropuerto.

Fui un estúpido, un maldito estúpido.

Me maldecía internamente. Vi la señal de la entrada del aeropuerto a lo lejos. Me había demorado casi veinte minutos, la mitad del tiempo normal. Estacioné la moto lo más cerca posible de la entrada, para luego correr hacia cualquier mesón. Me sentía como uno de esos tipos de las películas de amor,  y yo deseaba que todo fuera una película y no la vida real.

-¿Ya salió el vuelo hacia Francia? – le pregunté a una chica joven que atendía recibiendo las maletas, la gente me miró molesta, ya que yo había pasado toda la fila.
-Señor, por favor, debe hacer la fila para registrarse…- al parecer no me había escuchado, yo estaba al borde de los nervios.
-No me voy a registrar, sólo quiero saber a qué hora sale el próximo vuelo a Francia – me dedicó una mirada. No sabía qué cara llevaba pero al segundo comenzó a registrar  en la computadora.
- El próximo vuelo sale en la tarde – sentí que todo mi cuerpo se relajaba, entonces quizás se encontraba en su casa…- Y… salió uno hace… diez minutos.

Mis piernas se sintieron como gelatina, ¿Se había ido o se iría en la tarde? Recorrí mi alrededor con la mirada. ¿Podría simplemente preguntar: Ha visto a la chica más linda del mundo por aquí? Seguramente no.  Saqué de mi bolsillo mi móvil, quizás podía llamarla, si, debía hacer eso. Busqué el perdido móvil de ella, rogué porque me contestara…Pero estaba apagado.

-¿Estás bien? – dijo de una forma amistosa y cercana la chica que me miraba con preocupación - ¿Necesitas algo más?
-No, Gracias – susurré.

Caminé hacia cualquier parte y me senté en el suelo a un costado. Registré los números, llamar a Camilo era lo mejor así que le marqué. Sonó un par de veces y luego escuché su voz.

-¿Diga?
- Hola Camilo, ¿A qué hora sale el vuelo de Sofía?
-¿Qué? – sabía que quizás estaba confundido porque yo le hablara de ella, había evitado cualquier conversación acerca de Sofía desde hace más de un mes.
-Eso, por favor, sé que no tienes por qué decirme, pero haz eso por mi…
- Iván… La dejamos en el aeropuerto hace una hora- tuve la sensación que mi corazón que hasta ese minuto había estado latiendo desenfrenadamente, se había detenido por medio segundo.
-Oh, ok gracias – Quise cortarle pero comenzó a hablar de nuevo.
-Lo siento, ¿Quieres que te ayude en algo?- se apresuró a decir.
-¿Puedes volver el tiempo atrás? – hubo un silencio – No, Camilo, no hay nada qué hacer, gracias.
Cerré el móvil y lo lancé lejos. Un guardia me quedó mirando extraño, pero lo ignoré. Lo peor que me podía pasar, ya había pasado: Por estúpido había perdido a la chica de mis sueños. Y seguramente si volvía alguna vez, ya me habría olvidado, me lo merecía. Estaba viendo borroso, pasé muchas veces mis manos por mis ojos, era patético llorar ahí a la vista de todos. Quería matarme, pero no llorar ya que no resolvería nada.

“La perdiste, ¿Y sabes qué? Cuando vuelva ya estará con alguien mejor que tú, porque cualquier persona es mejor que tú”- me decía a mí mismo. 

Después de no sé cuanto rato me levanté del suelo y miré por última vez al lugar de donde salía la gente que iba llegando. Tenía la esperanza de que ella apareciera y me perdonara. Pero no era tan fácil, ella estaba a muchos kilómetros en el aire, y yo estaba en el piso.

Había puesto por fin los pies en la tierra, había salido de mi periodo de “ si no sé del tema, lo habré olvidado” había recordado cuánto la amaba, había desenterrado el amor que pensaba olvidar para siempre. Porque me sentía tan estúpido cuando pensé que ella me había engañado, cuando pensé que había jugado conmigo, porque, ¡Yo la amaba! Y lo seguía haciendo. Me sentí como un chico que se enamora de su profesora del jardín de infantes, un chico que está sinceramente enamorado de ella, porque sencillamente él no sabe qué es el amor, y piensa que por fin lo ha encontrado, pero, en cambio, ella sólo está junto a él porque es su deber, porque tiene que hacerlo. Sofía había pasado a ser por más de un mes esa profesora cruel, esa profesora que sólo hacía su deber. Y yo no quería eso, yo quería que me amara, pero ya era tarde, por miedo a acercarme y que me confirmara que sólo había estado conmigo por su deber, no pedí “más explicaciones”

Admito que la primera semana lejos de ella, esperé, si, esperé que ella llegara y me dijera “Todo fue un malentendido, déjame aclararme” Pero ahora que lo pensaba, fui imbécil, ella era orgullosa, yo me había ido sin dejar que ella dijera todo lo que tenía para decirme, había sido un cobarde.

Caminé a paso lento hacia mi moto. Tenía miedo de un mundo sin ella. Cuando la ignoraba, en el fondo sabía que ella estaba cerca, me descubría en clases mirándola disimuladamente, me deleitaba con sus gestos, con su cabello que ella pensaba que era horrible pero para mí era lo más lindo del mundo, con sus ojos, que pocas veces pude ver, pero cuando lo hice sentí que el mundo se detenía (si, por cursi que suene) Era una sensación extraña, nada existía para mí cuando me centraba en sus ojos. No sabía si le pasaba lo mismo a ella, rogaba que si, porque si a ella le pasaba lo mismo compartiríamos algo “nuestro” por siempre.

Encendí el motor y llegué a casa casi enseguida, no quería hacerlo pero sentía que debía hablar con Kate, quizás sólo para desahogarme.
Caminé hasta la habitación de mi hermana y me la encontré arreglándose el cabello. Caí como un  peso muerto en su cama, y miré el techo de la habitación.
Al rato sentí como ella se paraba a un lado en la cama y me observaba.

-Supongo que te fue mal…
-Supones bien – suspiré – no sé qué me hizo pensar que la alcanzaría.
-Lo intentaste, eso es mejor a que te hubieras quedado en casa sin hacer nada…
-Creo que tienes razón, pero duele enfrentarse a la realidad – puse mi brazo en mis ojos, por miedo a que en cualquier momento algunas gotas se asomaran. Mi hermana pasó una mano por mi cabello y me relajé un poco.
-y ¿Piensas dejarla ir? – me senté en la cama y la miré estupefacto.
-¡Ya se fue! Por si no te diste cuenta – subí  mi voz un poco, y me arrepentí al segundo, mi hermana sólo intentaba ayudarme. ¿Acaso tenía que hacer todo mal?
- Podrías ir a buscarla – enarqué una ceja.
-Sí, claro, la voy a buscar, me perdona, nos casamos y ¿somos felices por siempre? – dije sarcásticamente. Kate rodó los ojos- Sinceramente, lees muchas novelas, ¡Ella tiene sólo 16 años! – enseguida recordé algo - ¿A cuánto estamos?
- 16 diciembre – dijo Kate, yo intenté de buscar algo perdido en mi memoria – Si, hermano, estará de cumpleaños en dos días, no puedo creer que yo me sepa su cumpleaños y tú no. – la fulminé con la mirada- Pero ese no es el punto, el punto es que, no digo que se casen, pero sabes que podemos ir a Francia, ¿No quieres pedirle perdón? O por último que sepa que tu también la amas…-Caí en la cama y observé a mi hermana, lo único que quería era hablar con Sofía, pedirle perdón, decirle que la amaba y si luego de eso me mandaba al diablo, lo aceptaría, pero debía intentarlo.
-¿Dijiste “podemos ir a Francia”? – mi hermana me sonrió sabiendo enseguida que iría.
- Claro, además me lo merezco por ser la mejor hermana del mundo, debo aprovechar las vacaciones de invierno, mientras tú haces la parte cursi. – le sonreí y luego la abracé tan fuerte que me reclamó que le faltaba aire.
-¿Qué les diremos a nuestros padres?
-De eso me encargo yo – me guiñó el ojo y luego salió de la habitación. .


Sofía’s POV

El viaje fue cansador, apenas llegamos al aeropuerto tuvimos que pasar por la estresante tarea de sacar las maletas. Aunque papá y Charlotte estaban de lo más entretenidos, si se nos pasaba una maleta ellos estallaban en risotadas. Yo intentaba reírme con ellos. Papá a veces me dedicaba miradas que no sabía descifrar, pero yo sólo le sonreía, intentando decirle que me encontraba bien. Papá había comprado una casa en París, como cuando era pequeña, era una linda casita blanca, que se encontraba en un barrio residencial lejos de todo el centro turístico. Me gustaba bastante. Tenía cuatro habitaciones, destinamos una a “habitación de visitas” y con Charlotte no nos costó ponernos de acuerdo cual sería la de cada una, ya que eran exactamente iguales. Al día siguiente, cuando ya estuve levantada,  papá me llamó a que bajara, estaba un amigo de él que se me hacía bastante conocido. Hablaba en francés, pero casi enseguida le seguí la conversación que tenía con papá, hablaban acerca de cuánto le había costado conseguir un auto.

-Hija, él es Russel, ¿Recuerdas la banda?, el que tocaba la batería – le sonreí al hombre – le pedí si me podía ayudar a conseguir un vehículo, y está afuera.- asentí y luego fui a ver el famoso auto. Era un jeep, no sabía exactamente el modelo, pero sabía que papá disfrutaba de los 4x4.

Más tarde salimos los cuatro a comer, y papá me dijo que aprovechara de mostrarle la ciudad a Charlotte. Ok, no toda la ciudad, porque era inmensa, pero si los lugares turísticos. Tomamos un taxi que nos llevo a un parque gigante. Caminamos bastante, aunque a ratos nos parábamos a sentarnos en unas bancas que había a lo largo de todo el parque. Charlotte estaba fascinada, me había dicho que nunca antes había conocido otro país, apenas conocía las ciudades que había cerca de su casa, pero nada más.

Nos sentamos una vez más y yo fui a un pequeño puesto de helados a un costado del camino. Pedí uno para Charlotte de frutilla y otro de chocolate para mí. El señor que vendía me sonreía.  Tomé los helados gigantes con dificultad para llevárselos a Charlotte y choqué con un chico. Mi helado quedó en la remera del muchacho y el otro quedó en mi mano aplastado. Comencé a maldecir en voz baja mientras tiraba el resto de helado al suelo.

-Diablos – dijo él – Lo siento – se miró la remera e hizo una mueca divertida, lamentablemente era blanca.
- Fue mi culpa – me sonrojé, el chico debía tener unos 18 años tenía el cabello castaño claro y los ojos celestes, era bastante guapo.
-No importa – me sonrió – te los pagaré.
-No claro que n…- pero antes de que pudiera decir algo más ya le había pedido tres helados al vendedor que miraba divertido la escena.
-Bueno, gracias – dije cuando ya tenía los dos helados en las manos- debo ir donde mi amiga, seguro está horriblemente aburrida – intenté localizar a Charlotte y estaba con los ojos cerrados, no creía que estuviera dormida.
- Donde está tu amiga- enarcó una ceja, y yo apunté a Charlotte – Oh ya veo, creo que tendré que ir a disculparme por entretenerte un rato – me sonrió y sospeché si en verdad quería eso o sólo quería ver a Charlotte más de cerca, pero de todos modos me encogí de hombros y caminamos hacia la reflexiva Charlotte. Apenas nos acercamos ella abrió los ojos y observó al desconocido que me acompañaba, fijó sus ojos en la remera del chico y luego esbozó una sonrisa.
-Supongo que Sofía hizo eso – dijo en un extraño Francés, pero el chico igual entendió.
-Sí, aunque fue mi culpa – los dos se rieron y yo no encontraba lo divertido de todo el asunto – Así que… tú eres Sofía y tú…- miró a mi amiga que estaba con una linda sonrisa en su rostro.
-Charlotte – casi pude escuchar como el chico susurraba su nombre luego de que ella lo dijo, pero no podía estar segura- ¿Y tú?
-Gabriel – ella le sonrió, ¿Estaba alucinando o ellos estaban coqueteando?, me sentía como una completa idiota al medio - ¿No son de acá cierto? – Gabriel me observó a mi ahora y luego volvió la mirada a mi amiga.
-No – respondí yo – llegamos ayer.
- ¿Son turistas?
-No, venimos a vivir a París.

Más tarde nos encontramos caminando con Gabriel por las calles de París, era verdaderamente simpático, y podía notar que estaba deslumbrado con Charlotte y ella tampoco era indiferente a las miradas de él. No era difícil enamorarse de un francés, tenían ese algo romántico metido en las venas, mi padre lo tenía y siempre había descubierto a algunas mujeres observándolo cuando íbamos de compras o cosas así y cuando abría la boca para hablar, ellas se derretían. Esperaba que fuera lo que yo estaba pensando, Charlotte se merecía un amor verdadero. No podía evitar sentirme vacía, estaba en la ciudad del amor, con el corazón hecho trizas, genial ¿No creen?

No pudimos ir a la torre Eiffel ya que ya era muy tarde y papá no sabía a qué hora exactamente llegaríamos, aparte prefería dejarles a ellos el momento de ir a ese espectáculo solos. Gabriel nos dio su número de teléfono y nos dijo que estaba dispuesto a hacernos un tour por lo que nos quedaba ver cuando quisiéramos. Obligué a Charlotte a darle su número de teléfono nuevo.

Todo el camino de vuelta a casa la fui molestando con Gabriel, ella iba rojísima.

-Creo que es un buen partido – le dije intentando darle ánimos.
-Puede que lo sea, pero eso da igual – me observó.
-¿Cómo que da igual? – miró el suelo y luego suspiró.
-Da igual, de todos modos no quiero que Gabriel me guste o algo así, vine aquí a darle una vida tranquila a mi hijo, y además, ¿Quién querría a una chica embarazada de otro como novia?
- No lo subestimes – ella se encogió de hombros.
-¿No te arrepientes de venirte?
-No lo sé, no quiero arrepentirme, no quiero pensar en nada, sé que fue lo mejor para todos.
-Menos para ti- ella era muy perceptiva, y a veces lo odiaba.
-Quizás.
-¿Sabes Sofía? En cierto punto te admiro, eres muy valiente, no te querías ir, lo sé, pero lo hiciste por tu padre, o por lo menos te has mantenido firme y con una sonrisa por él, pero también eres cobarde como yo, las dos nos alejamos de la realidad, simplemente escapamos y tomamos el camino fácil.
-No había nada por qué quedarme – estaba completamente segura que dije eso más para convencerme a mí que a ella.
-Sabes que si, y sé que lo amas, fueron tan estúpidos, lamento decírtelo sé que no me corresponde, pero te quiero – Charlotte me abrazó – Quizás cuando volvamos de visita…
-No, cuando vayamos de visita no iré e intentaré explicarle – unas lágrimas me delataron – ya es tarde ¿No lo ves? Él ya me olvidó, y yo lo estoy olvidando, sé que fui cobarde y sé que tomé el camino fácil, pero quizás sea lo mejor.
- O quizás no…
-Por Dios dejemos la parte reflexiva, ¿no me puedes dejar engañarme a mí misma?
- Está bien, sólo pensé que debía darte mi opinión, no me gusta verte sufrir y no hacer nada…
- Ya se me pasará…

Al llegar a casa papá estaba hablando por teléfono, apenas me vio me lo pasó. Sentí la voz de mi madre al otro lado. Debía admitir que nuestra relación había mejorado demasiado, hasta podía decir que la extrañaba y eso que apenas habían pasado dos días desde que nos habían ido dejar al aeropuerto. Al rato hablé con Camilo, estaba extraño pero no me quiso decir qué le pasaba, suspiré, mucho no lo podía obligar a decirme por teléfono, a menos que lo amenazara con que me iba a matar, pero estaba papá a mi lado.

¿Qué oculta Camilo?

Iván’s POV

Kate convenció a mamá y papá más rápido de lo que tardaba en maquillarse. No sabía qué poder especial controlador de mentes tenía, pero de que funcionaba, funcionaba. Me dejaron faltar los últimos cinco días que faltaban para salir de vacaciones, ese mismo día sacamos los pasajes para la noche del día siguiente. Yo hubiera preferido el próximo vuelo, pero Kate dijo que debíamos guardar apariencias frente a nuestros padres, además, tenía algunas cosas que hacer antes, como preparar las maletas, aunque le di esa tarea a Kate, que me sonrió complacida, si había algo que le encantaba a ella era todo lo que tuviera que ver con ropa. Yo fui hasta la casa de Camilo, necesitaba de su ayuda. Toqué la puerta. Salió una mujer que me recordó mucho a Sofía, su madre. Me miró sorprendida por unos segundos pero luego me dejó pasar. La casa era muy acogedora por dentro, y algo en ella me recordó a Sofía, aunque mentía, en verdad todo me recordaba a ella, y los ojos de la madre mucho más, esperaba que ella me llevara a la chica que se había llevado mi corazón, pero descubrí que no importaba el parecido, la mamá no era como la hija, quizás sólo físicamente.

-¿Buscas a Camilo? – asentí – lo llamaré – me sonrió.

Había tenido miedo de aparecerme en la casa, quizás ella me odiaría por haber dejado a su hija, pero no era así, o quizás era demasiado cortés como para decirme todo lo que me merecía. Camilo apareció al rato y se sentó en una silla que estaba en frente del sofá en donde estaba sentado yo.

-El otro día me extrañó que me llamaras preguntando por Sofía – dijo para romper el silencio - ¿Para que querías saber el vuelo?
- Porque estaba en el aeropuerto desesperado porque ella se iba – suspiré, me sentí tonto al decirlo – pero no alcancé a verla.
-De verdad lo lamento, lamento no haberte dicho, amigo – intenté sonreírle.
-No es tu culpa, le debes más lealtad a ella, si ella no quería que supiera, pues está bien.
-Pues, en verdad ella nunca me dijo nada respecto a ti, pero a ti te incomodaba saber de ella, así que, no quise decirte, si no te importaría – él me miró inquisitivamente.
-¡Diablos! Claro que me importaba, pero fui tan idiota que no pude decirle antes de que se fuera.
- Si lo fuiste – enarqué una ceja –estoy siendo sincero. Y ella también en parte, son unos orgullosos.
-Ok, enserio gracias por decirme que soy idiota – Camilo me sonrió – Pero mañana iré a Francia, y no estoy seguro a qué parte debo ir…
-¿Sacaste un pasaje y ni siquiera sabes a dónde vas? – se burló.
-Sí, ok  admito que estaba desesperado, pero a mi hermana se le ocurrió sacar a París, pero aún podemos cambiarlo.
- Pues tu hermana tiene un muy buen instinto, porque Sofía está en París – sonreí, Camilo tomó un papel, y comenzó a anotar, supuse yo, la dirección de ella. Antes de pasarme el papel me miró a los ojos.
-Más te vale no volver a hacerla sufrir – dijo amenazadoramente, pero luego esbozó una sonrisa – Ok, no me sale el plan de “hermano sobreprotector”, pero espera que le diga a Charles y él si que te hace una amenaza buena – me reí con él.
-Si la vuelvo a hacer sufrir yo mismo me mato – Camilo me abrazó y luego me despedí de él y su madre.

Al día siguiente salimos a las 8PM hacía París, Francia.

Kate con una gran sonrisa porque podría recorrer tiendas y tiendas de ropa, y yo con la esperanza de que Sofía me perdonara…

Suelen decir que la fe todo lo puede, esperaba que si fuera cierto. 

Espero que les guste este capítulo, está un poco más larguito ( sólo un poco). Muchas gracias por sus comentarios y a las nuevas seguidoras. Se cuidan ¿si? Nos leemos!


PD: Pueden ver la foto de Gabriel en el costado izquierdo, ¡espero les agrade!

5 comentarios:

  1. Tengo que reconocer que este capitulo me gusto mas que los otros , porque fue mas alegre y tengo esperanzas de que vuelvan a estar juntos para siempre .
    MORÍ con lo de Camilo haciendose el hermano sobreprotector es chistosisimo (:
    te quiero (:
    Xoxo *-*

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  2. estoy deseando leer el momento de la disculpa aaaa
    tengo muchas ganas de leer el siguiente capiulo ;)
    Bsoos

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  3. gabriel muy mono... hahaahah
    pero a ver que pasa en el siguiente, aunqe porfavor, que se perdonen porfavooorr!!!
    un beso!!!

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  4. BUFF por fin he podido leer tus capítulos ;)
    me encanta cada vez más tu historia y amo a Iván aunque lo que ha hecho con Sofía...
    Espero que la encuentre y que vuelvan otra vez juntos :D
    Ya he publicado nuevos capítulos pasaté cuando puedas:
    http://lavida-cambia.blogspot.com/2011/04/capitulo-21-el-pasado-vuelve-la-luz.html
    Publica pronto, porfiss :)
    Besoss

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  5. por dios adoro tu novela me cada capitulo era mejor que el otro tienes una imaginacion unica jajajaja que cursileria pero bueno si es muy buena no me espero el momento en que sofi y ivan se encuentren :D camilo es un amor jajajaja publica pronto pasate por mi blog atrevida-cami.blogspot.com

    Besos Cami

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