miércoles, 8 de diciembre de 2010

Capitulo 12

Caminamos unas cuantas cuadras, mientras Tania intentaba poner algún tema de conversación. Yo quería olvidar, aunque fuese por medio segundo, el día que era. Pero no lo estaba logrando. Las escandalosas risas de Tania me distraían a ratos. Era fantástica. Veía todo de una manera liviana. Pero pude notar que tenía carácter. Se enojaba cuando la pasaban a llevar- eso me lo contó mientras caminábamos- la persona que más odiaba pero a la vez amaba era a su hermano mayor. Y sus padres estaban locos (también me lo dijo).
-¿Y tú? – Soltó una pequeña risita - ¿tienes hermanos?
-No – le dediqué una sonrisa.
-Genial – meditó – ¿eres de acá? – Negué con la cabeza -¿de donde entonces?
-De Francia.
- Se nota – se rió. Yo también lo hice.
-¿Por qué lo dices?
- Es sólo que… o eres extranjero o tienes un serio problema al hablar.
- Hablo normal – enarqué una ceja.
- No claro que no, haces algo como “ Soy Camilog Mercieg, ¿comog egtags?” – Me miró seria unos segundos y luego soltó una carcajada – es divertido.
- No me parece – hice una mueca, pero luego me uní a su risa –Ok, quizás un poco, pero es aún más divertido oírte imitar mi voz, eres pésima – se sonrojó un poco, pero luego se rió nuevamente. ¿No se aburría de reírse?


Continuó imitando mi voz. Entramos a una cafetería ya que estaba comenzando a llover, ella pidió un muffin’ y una leche con chocolate. Yo pedí lo mismo después de darme cuenta que era lo único bueno en el lugar.


-¿Y tus papás? – me miró - ¿tienen algún problema sicológico como los míos? – se rió.
- La verdad… sólo tengo mamá – miré mi taza – o bueno, la verdad es mi tía, larga historia – me encogí de hombros.
-Oh, lo siento – bajó su mirada y le sacó un trozo a su muffin’.
- No te preocupes, pasa…- posé mi mano encima de la suya de modo de darle a entender que no me importaba, aunque la verdad me había dolido recordar el día que era. Tania se sobresaltó un poco cuando tomé su mano. Pero luego lo dejo pasar. Y me dedicó una de sus lindas sonrisas…


Sofía’s POV


Habían terminado las clases y me dirigí hasta la salida. El día seguía nublado, “qué novedad” pensé. Me ajusté la chaqueta de modo que fuera imposible que entrara ni una partícula de aire. Me mezclé con la masa de gente que se estaba apostando en la salida, hasta que por fin estaba en el estacionamiento.
Vi de reojo que Camilo y Tania iban conversando animadamente mientras se alejaban del instituto. Bien, hoy no hablaría con Camilo. Iván, no tenía ni la menor idea de donde se había metido, así que mejor me iba antes de que se pusiera a llover. Mandy iba caminando hacia su casa, así que traté de alcanzarla. Al llegar a su lado noté que se pasaba rápidamente el dorso de sus manos por sus ojos.


-¿Mandy? – puse mi mano en su hombro, quería que me mirara – ¿Te encuentras bien?
-Cl..Claro – suspiró.
-Puedes confiar en mí.


Otro suspiro…


-Lo sé – se quedó callada por unos momentos - ¿Te gustaría venir a mi casa? – asentí.


El resto de camino nos fuimos en silencio. Pequeñas gotas comenzaron a caer a nuestro alrededor, el ambiente pintaba para uno de esos días en que todo parecía triste. Llegamos luego a la casa de Mandy. Una pequeña señora, la empleada, se acercó a saludar cariñosamente a mi amiga, y me dedicó un sonoro beso en la mejilla a mí. No ofreció mil cosas para comer, y finalmente nos dio dos vasos de jugo. Amanda me guió hasta su habitación, aunque yo recordaba bien a donde era. Me senté en un pequeño sofá y ella se sentó a mi lado. Pequeñas lágrimas recorrieron su mejilla, yo me sorprendí, no quería pensar que “el asunto” era tan grave.


-¿Qué pasa Mandy?
- Es… es todo – luchó un poco con sus lágrimas que seguían cayendo – primero, es mi madre, y mi padrastro, pelean todo el día, y él… bueno es… - hizo una gran pausa, quizás no encontraba la palabra – es… un poco agresivo con ella, mamá me llamó, hace poco, me dijo que hoy no llegaría por trabajo, pero estoy segura que eso no es, ella es demasiado buena, jamás permitiría que yo la viera con algún morado, y yo, no quiero eso para ella, me encantaría pegarle a ese desgraciado – sus manos se aferraron a la tela de su pantalón – pero no puedo, simplemente no puedo, mamá se supone que lo ama, pero, no es sano, no lo es. Y él, es gigante, tengo miedo de quedarme con él.


La abracé cuando supe que había terminado, ella era tan buena, no dudaba que lo había sacado de su madre. Y no se merecía vivir así. Me entraron ganas de matar al sujeto también.


-¿Y hoy donde te quedarás?, puedes venir a mi casa – negó con la cabeza y se soltó de mi abrazo.
- No – limpió sus lágrimas – cuando mamá no está me quedo con mis tíos, en casa de Tom.
- Bueno, eso esta mejor – le sonreí. Ella intentó hacer lo mismo, pero resultó salir una extraña mueca.


Le pregunté algunas otras cosas sin importancia, para intentar que ocupara su cabeza en otro tema. La puerta de entrada ( o alguna del piso de abajo) se abrió. Y luego un hombre de unos 40 años entró a la habitación de Mandy. Era altísimo, parecía algo así como un boxeador retirado, sus facciones eran duras, y daba miedo mirarlo, o quizás era por que ya sabía parte de su historia.


-Hola Amanda – me miró para luego volver la mirada donde mi amiga - ¿Tu madre?
-Tiene un viaje de negocios, llega mañana a medio día – el hombre soltó un bufido.
-Si, negocios – salió de la habitación y cerró la puerta de golpe.
- Es un gorila- comenté para romper la burbuja de hielo que se había formado a nuestro alrededor. Mandy soltó una pequeña risita.
-Si…


Su celular comenzó a sonar, y con un “entra” cortó.


-¡Rayos! Es Tom, y ni siquiera he echado mi cepillo de dientes a mi bolso. Entretenlo.
-¿Y yo que culpa tengo? – ella se rió ahora con un poco más de ganas.
-Vamos, no es tan malo.
- Dios, ok, pero apresúrate.
- Está bien.


Bajé hasta la sala y ahí estaba Tom, se sorprendió al verme, pero luego me ignoró. ¿Y ahora porqué estará enojado? Me pregunté a mi misma, pero nadie me respondió. Bien, hasta mi mente me ignoraba, y eso no era muy alentador.
Tom estaba con una polera verde, que combinaba con sus ojos, un suéter oscuro encima y unos jeans claros. Me fijé en su ropa, ya que el muy maldito ni siquiera me estaba mirando, y tampoco tenía muchas intenciones en dirigirme la palabra por lo que noté. Respiré hondo, por que odiaba que se enojaran conmigo sin ningún motivo. O… quizás él estaba esperando que yo lo saludara.


- Hola Tomás – él me miró.
-Hola Sofi – rodé los ojos. Posó sus ojos en los míos. – ¿y a que milagro del cielo, se debe que me dirijas la palabra?
- Te debo entretener – me encogí de hombros – pero, por qué dices eso, yo si te dirijo la palabra, es sólo que a ti nunca te veo, y cuando lo hago, me ignoras.
- Querrás decir que estás tan ocupada con tu noviecito que ni siquiera te das cuenta de la gente que está a tu alrededor.
- Estás siendo injusto – aparté la vista de sus penetrantes ojos verdes.
- La verdad duele Sofía.
- No, duele saber que ni siquiera te des el tiempo de intentar ser amable conmigo – se rió amargamente.
- Lo intenté, pero al día siguiente apareciste de la mano con el gran galán, con el perfecto, Iván. Pero no te diste cuenta que él sólo te está usando.
-No entiendo en qué pudo haber afectado eso a nuestra amistad- miré al suelo, él se estaba pasando con sus comentarios – Y no hables de Iván, no lo conoces- fruncí el ceño.
- Lo conozco – se acercó – es el típico chico deportista, tiene mil chicas a su alrededor, y las pesca tan fácilmente, yo pensé que tú… demorarías menos tiempo en caer a sus encantos, pensé que eras diferente, pero demoraste menos de lo que demoran las porristas en estar con él. – golpe bajo – Y no te diste cuenta, que yo no nunca he querido ser sólo tu amigo. – dio otro paso, y posó apresuradamente sus labios en los míos. Quedé en estado de shock, ¡Por qué mierda Tom me estaba besando! Sus labios se movieron apresurados sobre los míos, eran suaves, pero un poco agresivos. Sus manos aprisionaron mi cintura.


Lo aparté como pude con mis manos, quizás lo correcto habría sido darle la cachetada de su vida. Pero no lo hice, sus palabras me dolieron en mi orgullo, en mi dignidad. Y no dejaban de tener su nota de verdad. Todo había pasado tan rápido con Iván, yo habitualmente tenía miedo, de que todo terminara de repente. Suelen decir, que lo que rápido llega, fácil se va. Y eso me aterraba, me había hecho dependiente de alguien, de él, y yo había tratado toda mi vida de nunca hacer eso, pero no, había caído, y quería demasiado a Iván como para alejarme, no pretendía hacerlo, pero odiaba ser débil.


Tom intentó acercarse a mí nuevamente, pero retrocedí. Suspiró pesadamente y se dejó caer en el sofá.


-Yo de verdad te quiero, nadie en el instituto cree que lo de ustedes dure mucho, Iván no funciona así. Él es más… de cosas pasajeras. Y si llega a tener “algo serio” – remarcó las comillas en el aire – luego se mete con otra chica. No me controlaría si ese imbécil te hace algo, pero tú, sigues cayendo, me asusta que luego toques fondo.


Un nudo comenzó a crecer en mi garganta. Me acerqué a Tom, y dejé que mi mano volara hasta su mejilla. Me miró sorprendido. No dejé que me dijera nada más porque me encaminé hacia la puerta de salida.


El día se veía más gris de lo que ya estaba, ahora la lluvia predominaba en todo el lugar. Me di cuenta en ese estúpido momento que había salido sin la chaqueta. Estaba muy segura en la habitación de Mandy. Y no me devolvería a buscarla, después de la salida triunfal que había hecho. Corrí hacia la esquina más cercana y me refugié debajo de una parada de autobús.


Al fin y al cabo, quizás Tom estaba en lo cierto, quizás yo era una más de las conquistas de Iván, llegaría un día en que él se aburriría de mí. Después de todo, era solo un enamoramiento adolescente, y para mi era importante, y era casi un cuento de hadas porque… Bueno, era mi primer amor. ¿Y para él? , decía que me amaba, pero ¿se lo habrá dicho a alguna otra chica? Aunque me doliera yo no era su primer amor, y por lo tanto, ya no era por regla necesariamente importante en su vida. Solo sería su tercera, o su cuarta.


Vi a una pareja sentarse en el pequeño banco de la parada. ¡Lo que me faltaba! Demostraciones de amor. ¿Yo amaba a Iván? Si, desgraciadamente, y aunque luché contra ello, lo amaba. ¿Sabía yo que era amar? Ni idea, seguramente no.


La pareja no ayudaba, se estaban devorando, y yo estaba parada intentando concentrarme. Sin darme cuenta lágrimas habían empezado a caer. Caminé fuera de la parada de autobús. Mi vista estaba empañada, casi ni veía el camino por donde iba. Y el frío se estaba calando por mis huesos. Todo iba mal, y para peor. ¡Todo era culpa de Tom! Ni siquiera sabía por qué hacía el mínimo caso a sus palabras, podía ser que ni fueran ciertas. Yo era la imbécil, por no confiar en mi novio, por ser insegura. Pero era inevitable, eran mis miedos que estaban actuando. Yo no lo quería perder, yo no quería pensar en verlo en un futuro con otra chica que no fuera yo. Estaba siendo patética, pero era una necesidad masoquista. No quería imaginarlo con más chicas, e imágenes creadas por mi imaginación pasaban una y otra vez por mi cabeza. Él con la chica de inglés, él con una porrista, él con la chica de esa fiesta. Estaba desquiciándome por algo que ni siquiera era probable que pasara…
¿Cuándo me había vuelto tan imbécil, cuándo me había vuelto tan vulnerable?
Ya tenía la respuesta… desde el momento en que Iván había aparecido en mi vida.


Crucé la siguiente calle, no me fijé si venía o no un auto, quería llegar lo más pronto posible a mi casa. Ya casi sentía las mantas de mi cama, necesitaba dormir, y no pensar en nada más que en la almohada. Pero un sonido agudo hizo que levantara mi cabeza. Las ruedas se deslizaron por el asfalto, y yo quedé pasmada, no podía despegar mis pies del suelo, sabía que debía moverme de ahí, pero sólo cerré mis ojos. Oí como la lata chocaba contra mi cuerpo. Escuché el ligero grito de una mujer. Vi el cielo gris, y sentí unas cuantas gotas caer en mi rostro, luego, todo se volvió en simple y llana oscuridad.
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Pétalos de flores caían a mi alrededor, el cielo se encontraba por fin despejado, pero había llovido hace poco, el olor a “lluvia “ impregnaba el ambiente, y me sentía viva, sabía que luego florecería la pequeña semillita que había plantado ya hace algunas semanas, y ya estaba convertida en un verde y robusto tallo. Los rayos de sol apuntaban directamente a la futura flor.


-Sofía, debes entrarte, está húmedo el pasto, te enfermarás – gritó mi madre desde la puerta de la cocina, le dediqué una gran sonrisa, y volví a mirar la pintita roja que se asomaba de la punta del tallo, faltaba poco...
Pero la lluvia volvió a caer y el botón se volvió a cerrar. Suspiré pesadamente.
- Dale tiempo al tiempo – dijo mi madre apenas entré a la cocina.

-¿Por qué lo hiciste Sofía? – su cara estaba crispada por el dolor.
-¿Qué hice Iván? ¿Te engañé? – le grité, mil lágrimas caían por mis mejillas.
- ¡Te parece poco! – desvió la mirada de mis ojos.
-Pues, es la verdad, no soy perfecta, no soy el ángel inmaculado que creíste que era.
- En verdad no te reconozco, o quizás es que nunca te conocí – se alejó de mi, y el dolor creció, ¡Por qué se iba!
-Sólo déjame.
- Lo haré – hizo una mueca que rompió lo poco que quedaba de mi corazón – nunca más interrumpiré tu vida.

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Al desaparecer de mi vista, sentí que perforaban mi pecho, lloré descontroladamente, ¡Yo no quería que se fuera!, la angustia se apoderó de mí. Sentí que la oscuridad volvía a consumirme, y esta vez parecía arrastrarme a lo más profundo...


Lo que está en "---"es como un sueño, pensamiento, o algo así. Sé que el cap esta raro, pero es lo que nació de mi (: Bueno, si están pensando, "Entonces eres rara¿?" ¡Si! Lo soy :D. Todo se confabuló en mi contra esta semana para no sacarlo antes, pero aquí está!, Por favor no me abandonen con los comentarios, sé que no me los merezco por dejarlas tanto tiempo, pero intento reivindicarme. Bueno eso, Se cuidan :P 

jueves, 2 de diciembre de 2010

Capitulo 11


-Ah, hola Iván, te presento a Samanta. – la mujer, que tenía alrededor de 40 años, me sonrió a modo de saludo.

-Un gusto – tendí mi mano, y ella dio un leve apretón, parecía simpática. Hice mi pedido , y fui con los cafés hasta la mesa. Conversamos sobre cosas sin importancias con Sofía, aún seguía molesta, aunque lo trataba de ocultar con sonrisas superficiales. Bruno “mi suegro” , se acerco luego de un rato a nuestra mesa, yo ya había terminado mi café, y Sofía seguía jugando con la bombilla entre sus dientes.

-Hija, puedes irte a casa con Iván, llegaré un poco tarde esta noche, debo hacer algunos negocios – mi novia levantó una ceja, estaba enojada, lo sabia – Y tú  ¿puedes llevarla? – asentí – gracias muchacho.

Le dio un ligero beso en la mejilla a su hija y luego se fue a la caja registradora. Escuché un sonoro bufido proveniente de Sofía. Apreté su mano para intentar tranquilizarla. Luego salimos del local y caminamos hasta su casa, el silencio nos inundó de inmediato, era incómodo, pero debía darle su espacio para maldecir a medio mundo, podía apostar mi cabeza a que eso estaba haciendo en esos momentos. Al entrar a su casa , me debatí en irme o no, quizás necesitaba estar sola, o alguna de esas cosas que les gusta hacer a las chicas. Le di un leve toque en sus labios con los míos. Noté que cerró sus ojos y luego suspiró. Fui hasta la puerta y me dispuse a salir…

Sofía’s POV

Su suave roce me despertó mil terminaciones nerviosas y me tranquilicé.
Minutos atrás había estado maldiciendo a mi padre, ¡Negocios!, una manera descarada de decir que estaría “ocupado” con esa zorra. Cómo me hacía algo así, no tenía el derecho, ¡Dios! ¿Y qué le veía? Más bien parecía una copia barata de la Barbie ejecutiva.

Ok, quizás estaba exagerando, y en verdad mi padre tenía un negocio en sus manos, ¿pero por qué no me lo dijo antes?

Al diablo con todo, mi lindo novio estaba a punto de irse, y yo estaba como idiota parada viéndolo cerrar la puerta.
Tomé su chaqueta con la punta de mis dedos y él se dio vuelta a mirarme.

-¿Por qué te vas? – sonreí inocentemente, me acerqué a él y cerré la puerta que aún sostenía con una de sus manos.
- ¿Ya pasaste tu enojo? – me abrazó por la cintura y me atrajo hacia él.

Busqué sus labios con los míos, y él me ayudó acercándose a mí. Apenas rozó mis labios mi corazón latió desbocado, y miles de descargas eléctricas recorrieron mi cuerpo. Su lengua recorrió el contorno de mis labios, para luego intensificar el beso. Mis manos se posaron al costado de su cuello, y lo acerqué aún más a mí. Choqué con lo que parecía era una pared. Las manos de Iván bajaron a mi espalda baja, y me acercó a su cuerpo. Las mías volaron a su remera, y no sé muy bien porqué instinto loco, pero se la saqué. Su boca bajo a mi cuello, y logró que se me escapara un pequeño gemido, me odié internamente por ser tan débil cuando me tocaba, pero era inevitable. Trazó un caminito de besos hasta volver de nuevo a mi boca.

Iván se separó, muy a mi pesar, a buscar aire. Apoyó su frente con la mía mientras recuperaba el aliento. Mis brazos rodearon su  cuello me percaté de que mis mejillas habían comenzado a arder. Si, definitivamente esta vez mis hormonas se habían pasado de la ralla. Sus ojos se conectaron inmediatamente con los míos, me perdí, como siempre, en ellos, y quizás pasaron segundos, o horas, pero lo importante que con él todo se iba, ¿Había mencionado ya que él era mi analgésico personal?, Si lo hice , cada día iba comprobando más mi teoría.

-Me debo ir preciosa – dijo luego de un rato de mirarnos a los ojos – mañana tenemos instituto – hizo una pequeña mueca, que hizo que se viera aún más tierno.
-No quiero que te vayas – hice un puchero – quédate ¿sí?

Lo pensó durante unos segundos, puse mi mejor cara de persuasión. Él finalmente suspiró pesadamente, puso su mano en mi mejilla y la acarició con su pulgar.

-Sólo hasta que te duermas – yo asentí y me separé para subir a mi habitación. Me siguió, tomé mi pijama, me lo puse en el baño ni siquiera me tomé el tiempo de verme al espejo, salí del cuarto de baño y me dirigí a mi cama en donde ya se encontraba Iván. Él me tapo con las sábanas y comenzó a cantar suavemente una canción.

“…So if you need me and, baby, I make you feel alive
I know I must be doing, doing something right…”

Apoyé mi cabeza en su pecho, sentía su tranquilo palpitar mientras escuchaba su melodiosa voz, era perfecto intentar conciliar el sueño así, comencé a respirar más acompasadamente, sentí como mis latidos se unían suavemente a los suyos. Y me dormí, abrazando al que me había vuelto un poco la alegría de vivir, y de sentirse querida, Iván.

A la mañana siguiente desperté con la mínima esperanza de que Iván se hubiera quedado conmigo, pero no estaba, obvio, mi padre hipotéticamente llegaría en el transcurso de la noche, y no era la mejor imagen ver a tu hija durmiendo con su novio. Aunque pensándolo bien, poco me hubiera importado, yo hubiera sido feliz con el solo hecho de despertar junto a Iván. “Estás expeliendo cursilerías por todos los poros” dijo mi mente, que cada vez me retaba menos. Quizás era porque estaba más inteligente. “No creo- dijo pesadamente- es sólo que me aburres”
Le quité importancia a mi delirio mental, y fui hacia el baño, casi me caigo de espalda al ver el pequeño morado que tenía en mi cuello, comencé a pensar en cuando me lo pude haber hecho, y recordé la escena de anoche en el living de mi casa. Si, Iván me las pagaría. Me duché y me vestí con una remera larga (casi vestido), botines, y jeans ajustados, completé mi look con una linda bufanda azul. Claro, no quería que mi padre viera “mi marca “.
Fui hasta la cocina como era de costumbre y ahí estaba mi padre, haciendo tostadas y huevos. Me dio un beso en la frente, y luego se sentó conmigo mientras ambos devorábamos el desayuno.

-Y… ¿cómo fueron los negocios anoche? – la curiosidad y rabia habían vuelto, quería saber de esos negocios si es que en verdad existían.
- Bien – una gran sonrisa se pintó en su rostro- aunque aún no te puedo decir nada hasta que no esté concretado, prefiero no causar pánico antes de que sea oficial – algo en su voz delató que quizás esos negocios no fueran por completo de mi agrado. Bufé frustrada odiaba no saber las cosas que ocurrían bajo mi mismo techo, pero decidí dejarlo pasar.

Al llegar al instituto todo seguía normal, “Día lunes, oficialmente te odio”  Aunque era un tanto divertido ver las caras de mis compañeros en el salón, era algo así como un funeral, y el muerto definitivamente se encontraba en los libros, ¿Qué me importaba a mi saber que había pasado hace 200 años, si ni siquiera sabía lo que estaba pasando en el mundo ahora? Triste, pero así es el colegio, te hacen interesarte más en cosas que quizás nunca te servirán en la vida, que en tus propios problemas. Pero bueno, no era como si le estuviera poniendo mucha atención al profesor, más bien estaba muy concentrada en mis cavilaciones sobre la vida y la muerte y todas esas mierdas… ¿A quién engaño?, estaba pensando en Iván. Lo admito.

Alguien llamo mi atención a mi lado. Camilo. Debía reconocer que en mi estaba creciendo un pequeño sentimiento hacia él, quizás él era al único que consideraría mi familia por parte de mi madre, sin duda eso era a causa de que, primero, no conocía a nadie más, y segundo, que claramente no aceptaría a mi “madre” como mi familia.

Camilo estaba raro, y tomando en cuenta que no lo conocía, igual me daba cuenta de su extrañeza. Se encontraba apoyado despreocupadamente en uno de sus codos, y con la palma de su mano afirmaba su mentón. Pero eso no era lo raro, sus ojos, decían que no se encontraba nada bien.

Al terminar la primera “jornada” fui hasta el casino del colegio. Antes de entrar me encontré con mi primo-hermano, y decidí que quizás debía llevarme mejor con él, porque… lo quería o ¿no? El se encontraba en el mesón de comidas eligiendo postres.
-Ehh… ¿Camilo? – se sobresaltó un poco, y luego se giró para verme, sus centellantes ojos me atraparon.
- Hola Sofía – su acento seguía siendo un poco afrancesado, me sonreí, extrañaba ese idioma.
-¿Quieres sentarte en mi mesa? – dio un disimulado vistazo a la mesa que yo utilizaba siempre con el improvisado grupo de “amigos”, lo vi pensarlo más tiempo del que me hubiera gustado – Y creo que ya no es una pregunta – él se rió, para luego encogerse de hombros.
- En ese caso creo que debo ir.

Al llegar a la mesa en donde estaba Tania, Mandy, Pablo, (dos amigos de Iván que no recordaba el nombre), Iván, todos lo saludaron amablemente. Me senté al lado de mi novio, y Camilo se sentó entre Tania y yo. Noté a esta última menos habladora que otros días, y estaba un poco sonrojada.
Quise reírme, pero no pude, quería preguntarle a Camilo cómo estaba, y decidí aprovechar que los de la mesa se encontraban en una interesante guerra de chistes.

-¿Te encuentras bien? – dije de modo que nadie me escuchara, no alguien que no se encontrara a nuestro lado. Camilo suspiró.
-Sí, supongo – hizo algo así como una sonrisa, pero resulto ser una extraña mueca.
-Puedes contarme – sus ojos miraron directamente los míos, y vi dolor, no sabía cómo, pero realmente era como mirar a un espejo.
-Lo sé – suspiró nuevamente- pero no aquí.

Asentí. El almuerzo terminó y todos tuvimos que comenzar a devolvernos a nuestros salones. La próxima clase me tocaba con Iván, educación física. Fui hasta los camarines con una chica con la que habitualmente hablaba en estas clases, me costaba acordarme de su nombre, y ella a veces me llamaba “Sandra”, “Samy” o cosas así. Al sacarme la bufanda recordé que tenía “la marca”, me hice una coleta de lado, con la que lograba disimularla un poco. En el gimnasio como siempre estaban unidos todos en el centro, rodeando a la corpulenta profesora. Esta vez debíamos hacer abdominales, correr, sentadillas, y todas esas cosas que te dejan muriendo en el piso. Cuando me tocó correr Iván me alcanzó. Comenzó a burlarse de que yo era muy lenta.

-No te burles de mi, porque saliendo de esta cosa créeme que me las pagaras muy caro – dije “intimidantemente” aunque estaba segura que mi tono de voz daba más risa que miedo.
-¿y a qué se debe eso? – dijo mientras trotaba de lado. Levanté un poco mi coleta, y el lanzó una sonora carcajada.
- No me parece chistoso – golpeé su brazo. Me sacó la lengua como un niño pequeño.
- A mi sí.

Salió corriendo más rápido antes de que pudiera propinarle otro puñetazo. Ya vería mi venganza, y no le quedarían ganas de reírse de mí de nuevo.

Camilo’s POV
No era el mejor de mis días, eso estaba clarísimo, quería irme luego de esta mierda de colegio, no quería ver más las caras de aquellas chicas que me sonreían superficialmente. ¡Cómo si alguna le interesara de verdad lo que me pasaba!. ¿Tenía amigos en este lugar? No claro que no. Quizás Sofía podría llegar a ser mi amiga, eso deseaba, y bueno Iván era un buen tipo al parecer. No me sentí tan incómodo en el almuerzo con ellos, habitualmente me sentaba con mis compañeros en el equipo de rugby, pero ellos eran un montón de gorilas, debía admitirlo. Divertidos, pero gorilas.

Había una chica sentada a mi lado, que apenas habló en el transcurso del almuerzo, era linda, bastante diría yo. Pero bueno, nada del otro mundo. Sofía sin querer metió un poco el dedo en la llaga. ¿Cómo me encontraba? Como una basura humana, ¿Por qué? porque hace 9 años había muerto mi madre. Se sentía mal vivir el luto oculto en el corazón, y tener que hacerle creer a los demás que te encuentras perfectamente bien, pero mamá siempre me había dicho “Tienes que ser fuerte para que los demás no pasen por encima de ti” y así lo hice, seguí su consejo. Pero eso no quitaba que la extrañara a morir. Extrañaba sus abrazos, sus besos, sus “tranquilo hijo, aquí estoy, el monstruo de los sueños ya no vendrá”, éramos ella y yo nadie más. Mi tía, la mamá de Sofía, había llegado a llenar un poco el vacío de no tener a nadie, pero el vacío que había dejado mamá, nadie lo podría llenar, y seguía ahí, quemando, en lo profundo de mi corazón. Por fin había terminado este infernal lunes. Pensé en buscar a Sofía para hablar con ella, pero no, preferí irme solo a algún lugar, quizás tirarme a un rio. Bueno, la verdad no lo haría, es sólo para darle más drama a mi relato.

Iba un poco apresurado a la salida, quería sentirme un poco libre, y no lo sé, quizás ir a un bar como esos tipos de las películas, aunque pensándolo bien , con 16 años,  no llegaba ni a la vereda de cualquiera de esos lugares.

Algo chocó contra mí, y luego vinieron mil maldiciones en mi dirección, era una chica.  Me tambaleé un poco por el impacto, pero luego me estabilicé y la observé. Era la chica del almuerzo. Creo que se llamaba Tamara.

-Gran idiota, ¿podrías fijarte por donde andas, en vez de ir por los pasillos como un imbécil egoísta que no se fija en la gente que anda a su alrededor? – recogió rápidamente su mochila y me miró, en cuanto lo hizo se sonrojó, pero intentó mantener su actitud de enojo.
- Lo siento, señorita calmada – levanté exageradamente mis brazos. – para la próxima vez intentaré fijarme en el gran foco que alumbra tu andar, y quizás ahí no choque contigo. – me miró estupefacta por unos segundos, sostuve su mirada. Luego, sin que yo me lo esperara, soltó una gran carcajada.
- Touché , buena respuesta nuevo – sonrió un poco avergonzada, pero también ahogada por la risa. – bueno, disculpa por gritarte y esas cosas – se encogió de hombros, soy irritable a veces.
- Ok, no hay problema.  – le sonreí instintivamente.- Por cierto, soy Camilo – le tendí mi mano.
- Yo Tania – No era Tamara, aceptó mi mano, aún seguía con el rojo de sus mejillas – te vi en el almuerzo – sonrió tímidamente.
- Si, estabas a mi lado.- asintió- ¿te gustaría ir a algún lugar o algo así? – era mejor eso que irme a mi casa a mirar fotos de mamá. Mamá, algo en mi corazón dolió, pero al ver a Tanía me contagió su sonrisa.
-Ok, espero que esta sea tu disculpa –se rió. 

Nuevamente desapareci descaradamente, pero bueno, ahora termine las pruebas finales, y todo esas cosas, asi que ¡A escribir!, Bienvenidas nuevas seguidoras :) Saben ? amo subir capitulos, pero me ha costado demaciado encontrar tiempo para este, se me quemó mi laptop, tenía mil pruebas,etc, Excusas...excusas. Pero lo importante es que ya volvi, y aqui me quedare :D Se les quiere por no abandonarme :) Y espero que disfruten el cap! :D

domingo, 7 de noviembre de 2010

Capitulo 10

Me limité a asentir porque no tenía nada más que decirle, no en ese momento. Ella se acomodó en es su asiento y me miró fijamente a los ojos.

-Estás más bella de lo que me imaginé podrías ser –suspiró y vi la nostalgia crecer en sus ojos - ¿Recuerdas tu cumpleaños? – miré hacia otra dirección, claro que lo recordaba. – Bueno desde ahí empezó todo, con tu padre… teníamos diferencias, llevábamos mucho tiempo de casados, y pues, tratábamos de no pelear en casa, pero esa vez pensábamos que tú estabas durmiendo, lamento que nos hayas escuchado.
›› Quedé embarazada demasiado joven, y nuestros padres nos obligaron a casarnos, no era que yo no amara a tu padre, porque sinceramente sentía que podía ser el amor de mi vida. Pero me sentía como si me quitaran la libertad. – Me observó – No estoy diciendo que no me haya gustado tenerte, pero debo admitir que no estaba del todo preparada. Yo, bueno, empecé a ver a otras personas, quise sentirme adolescente de nuevo, quise ser lo que ya no podría ser, pero creo que todo me supero y conocí a un hombre – volvió a hacer una pausa, y espero a que yo le gritara o algo, pero no lo hice, inhalé pesadamente – Me enamoré, fue estúpido, pero…no lo sé, simplemente pasó, no pretendo que me entiendas, porque si hay algo de lo que me arrepentiré toda la vida es de haberme ido de esa casa.
››Con tu padre estábamos despechados, y nos dañamos, yo me fui, y cuando descubrí que había cometido el error más grande de mi vida, volví, pero ustedes ya no estaban. Me fui a vivir con mi hermana Vera, ella tenía un hijo, no era mucho más pequeño que tú, yo no lo sabía porque ella vivía lejos y no teníamos mucho contacto.
›› Es una larga historia pero el padre de aquel niño nunca había aparecido. Ella y Camilo tuvieron un accidente de auto, cuando me enteré ella aún estaba viva, pero con muy pocas posibilidades de vivir. Me pidió que cuidara de su hijo como si fuera mío – una pequeña lágrima cayó por su mejilla – y pues, eso hice. Camilo sobrevivió porque el bus que impactó el auto lo hizo por el lado de Vera. Él estuvo en rehabilitación, estaba muy shockeado, y olvidó gran parte de lo sucedido, yo lo quiero como mi hijo, es más, es mi hijo y quiso ayudarme a encontrarte.
›› Te localizamos por la policía, nos dijeron que vivían aquí, quizás debimos avisarle a tu padre, pero no tenía previsto que él te fuera a buscar a la tienda de tu padre. Y no te reconocí cuando te vi en mi casa, porque como te dije, ya no eres esa pequeña niña que usaba vestidos con lazos. Aunque reconozco que fui una imbécil, porque eres igual a mí, quizás sólo fue que me tomó por sorpresa. – supe que había terminado. Debía reconocer que era una buena mujer porque había cuidado de Camilo sin tener el deber de hacerlo, pero… Conmigo si tenía el deber, y no lo hizo, es más, prefirió a un hombre antes que a mí. Y eso dolía.

Me levanté, y ella me lanzó una mirada con un gran signo de interrogación en ella.

-Es una linda historia, debo reconocerlo, pero no puedes pretender que con eso yo olvide todo, y me lance a tus brazos para que me arrulles – suspiré – Que me hayas tenido 9 meses en tu barriga, no quiere decir que seas mi madre. No desperdicies la segunda oportunidad que te dieron con Camilo, porque para nosotras dos ya es demasiado tarde. – reprimí una lágrima que estaba a punto de salir. Subí las escaleras, entré al baño, me desvestí y me puse debajo del agua. No sé a ciencia cierta cuánto tiempo estuve ahí, pero fue el suficiente, como para dejar de botar silenciosas lágrimas.

Debo admitir que sentí el impulso de abrazarla, de olvidar todo, pero eso hubiera sido una fantasía, yo sólo quería creer que tenía una madre, y que todo marcharía bien. Pero yo no tenía una madre. Y debía aceptarlo de una buena vez.

Al salir no sentí ruido en la casa, me puse jeans gastados y un sweater azul. La tienda de papá sería un buen lugar para ocupar la cabeza en algo.

El día estaba nublado, respiré el ambiente, era agradable, pero mi corazón me molestaba, sentía como si en algún punto alguien estuviera clavando una aguja. Tomé una calle que era especialmente silenciosa, no necesitaba ver gente gritándose en los autos, ni respirar el humo de los motores.

“Love is our resistance
They keep us apart and they won't stop breaking us down
And hold me, our lips must always be sealed” 

Era una linda voz, la seguí las cuerdas de la guitarra me guiaron, era una pequeña bodega, me sentí una entrometida, pero debía ver quien estaba cantando. Empujé con una mano había cuatro chicos, uno en el centro con un micrófono en la mano, me daban la espalda. Me quedé sin mover un solo musculo, conocía la canción, era una de mis favoritas. Apenas terminaron de cantarla retrocedí intentando salir sin ser vista, pero como siempre que cuando uno quiere pasar desapercibida, me pasó lo contrario. Tropecé con el asfalto, y le di un pequeño- gran golpe a la puerta de lata. La guitarra que había seguido sonando, dejo de hacerlo y sentí pasos acercarse. Me paré de inmediato, y sentí que mis mejillas ardían de la vergüenza. Seguramente si hicieran una lista de las personas más imbéciles en el mundo yo estaría en el número uno.

-¿Qué hacías expiando? – si pensé que mis mejillas ya estaban calientes, en ese momento fue peor.
- Ehh…yo…este…lo siento – bajé mi mirada a mis zapatillas.
- ¿Sofía? – Oh Dios, ¿Por qué siempre estaba donde yo iba?
- ¿Iván? – lo miré y él me guiñó un ojo, para luego situarse a mi lado y entrelazar su mano con la mía.
- Chicos, ella es Sofía mi novia – Todos me saludaron ahora más amablemente.
- No nos habías dicho que era todo un bombón – uno de los chicos me lanzó un mirada que me incomodó, yo le dediqué una sonrisa.
- Por supuesto que es un bombón, mírala, pero es mía – sonrió, y luego me dio un beso en la frente.

Después de pláticas superficiales me dejaron ver el final del ensayo que yo había interrumpido. Me deleité ante lo que mis ojos veían, Iván recorría las cuerdas de la guitarra y el sonido era realmente genial. Apenas escuchaba al chico que estaba cantando y sólo reconocía la canción por la melodía que salía de la guitarra de mi novio, era genial, quizás me estaba asustando un poco lo perfecto que podía llegar a ser a veces, era extraño, como un chico sacado de alguna película Disney, pero definitivamente era real, desgraciadamente verdadero, y por qué no decirlo, infinitamente sexy.

Llevaba una de sus típicas remeras que estaban más abiertas de lo normal en la parte de arriba, supongo que el mismo las rompía un poco, sus jeans gastados, su cabello intencionalmente desordenado. Podía decirlo una y otra vez: Iván era infinitamente y descaradamente sexy.

Al terminar el ensayo me despedí de todos, eran amables, pero la mirada de uno de los chicos lograba sacarme de mis casillas, era guapo, si, pero no tenía el derecho de mirarme así, sentía que me estaba violando con la mirada, y eso no era de lo más cómodo.

Iván me propuso caminar, siempre lo hacíamos, a veces pensé que quizás era una oculta y retorcida indirecta hacía mi físico. Si, a veces me acomplejaba a pesar de que la pesa dijera que yo estaba bien. Pero cada vez que eso pasaba me auto-reprendía por ser tan imbécil e insegura.

Recordé que antes de ser sorprendida expiando, yo iba a la tienda de papá pero en ese momento poco me importó, yo iba al lado de mi “dios griego” y todo lo demás daba igual. Estaba segura que él tenía alguna especie de magia que me obligaba a olvidarme de todo y de todos mientras estaba con él, no lo sabía, y tampoco pretendía preguntárselo.

Me quedé observando de lejos dos hileras de pequeñas “carpas” que estaban a un costado de la calle, reconocí enseguida que era una especie de feria artesanal, los múltiples colores llamaron mi atención, sin duda amaba esos lugares.

Iván iba a mi lado, y llevaba mi mano entrelazada con la suya, amaba sentir su contacto, cuando no estaba a mi lado me sentía vacía, sabía que a veces era un poco enfermizo, pero era así, y aunque no lo demostraba habitualmente supongo que ambos lo dejábamos fluir de manera natural y sana.

Sentí una risita de parte de él al ver que lo iba tirando, pero obedientemente me siguió. Me detuve en uno de los puestos y contemplé la gran variedad de pulseras tejidas, y de pequeños collares.

-¿No crees que en tu muñeca ya no caben más de esos hilitos? – levantó mi mano. Yo me reí ante su comentario.
- Son geniales – me encogí de hombros – deberías usar también, eso te haría genial.
- ¿Acaso no soy lo suficientemente genial? – uso un tono de aparente molestia.
- Quizás, es solo que esto te haría más genial – hizo una media sonrisa y se acercó a mí, sabía a lo que iba, pero me resistí a lanzarme a sus labios sólo para provocarlo. Di un pasó hacía atrás y me reí nerviosa.
- Me compraré una sólo si tú te compras la misma – volvió a entrelazar su mano con la mía – será como el recordatorio de por quién diablos estoy usando un accesorio de mujer. – se rió.
-Eres muy machista – le di un pequeño puñetazo en el brazo.
-Y tu a veces muy bruta – besó suavemente mi mejilla.

Compramos una pulsera celeste, según el recordaría mis ojos. Y yo me reí ante su comentario cursi. Seguimos caminando por la feria, me compró una que otra chuchería, las tuve que aceptar, a veces lograba ser persuasivo. Pero yo seguía con mi intento de provocación y no deje que me besara en ningún momento, el se reía, pero sabía que se estaba cabreando un poco. Salimos de la poco concurrida feria. Comenzamos a caminar casi por inercia hacia la tienda de papá.

Casi a mitad de camino Iván se giró de modo que quedo en frente mío. Sonrió maliciosamente, para luego impactar sus labios con los míos, fue un poco brusco el movimiento y al principio me costó reaccionar. Pero luego lo acepté, de cierta forma me lo merecía. Su lengua contorneó mi labio inferior, para luego chocarse con la mía, rodeé su cuello con mis manos intentando acercarlo más a mí, pero también como un modo de sostenerme ya que sentía que mis piernas comenzaban a fallar. Me sujetó de la cintura. No fui consciente de que estábamos en un lugar público hasta que nos separamos para respirar. Apoyó su frente en la mía mientras respiraba apresuradamente.
Afortunadamente la acera no estaba tan concurrida, o si lo había estado, la gente se había tomado la molestia de esquivarnos. Sentía mis mejillas arder, no estaba segura si por el beso, o por el posible espectáculo que acabábamos de protagonizar. Iván rozó lentamente mis labios, era un torturador profesional, eso estaba claro.
-Te amo – susurró, y su aliento chocó en mis mejillas, su inconfundible olor entre menta y naranja me llenó, cerré los ojos para luego volver a posarlos en los suyos.
-Te amo – besé su labio inferior – pero nunca más vuelvas a hacer eso tan en… público – soltó una risita.
-Entonces buscaremos un lugar más… privado – susurró, a pesar de saber que estaba bromeando en parte, no pude evitar estremecerme. Golpeé su brazo y ambos reímos.

Seguimos caminando hacia la tienda de papá. Al llegar abrí la puerta y sonó una pequeña campanilla que tenían puesta en la puerta. Miré con una mirada cargada de resentimiento a la pequeña campanita, como si pudiera asustarse, la odiaba, si, cada desgraciada vez que entraba, la muy maldita sonaba, y medio local se daba vuelta a mirar al recién llegado. Quizás otros no lo notaran, pero a mi me molestaba, y estaba a punto de arrancarla. Papá no notó mi presencia. Estaba muy animado conversando con una mujer que no conocía. Gran escena me encuentro. ¡Mi papá coqueteando!, o más bien, la mujer le coqueteaba a él, pero tampoco era como que mi progenitor hiciera algo para evitarlo. Iván al ver que no me movía y tiró de mí hasta llegar a una de las mesas que él siempre usaba cuando venía, la de la esquina. Era uno de los sitios más iluminados del lugar. Me senté al frente de él, y tomó mis manos por encima de la mesa.

-¿Te puedo pedir un favor?
- Claro – sonreí.
- No menciones lo de la banda en casa – hizo una pequeña mueca, y yo alcé una ceja, no era que fuera mi prioridad ir corriendo a su casa y contarles a todos que Iván tenía una banda, pero me pareció extraño – Por favor.
- Ehh, claro, ¿Puedo preguntarte por qué? – ladeé un poco mi cabeza de modo de intentar ver sus ojos, ya que miraba la mesa como si fuera lo más interesante. Dudé si hacerlo o no, pero finalmente levanté mi mano y acaricié delicadamente su mejilla, me miró directamente, y luego cerró los ojos. Volví a bajar mi mano y la entrelacé con la suya.

Iván POV.

Me quedé mirando a Sofía, adoraba cuando hacía aquellos gestos de cariño, sabía que le costaba, pero ella era un ser maravilloso, y podían llamarlo “enamoramiento adolescente” o no, pero ella me traía loco. Recordé que ella intentaba infundirme valor para contarle la razón de por qué no quería que ella dijese algo. Era simplemente complicado. Hice una sonrisa, o quizás fue una mueca. Me centré en sus profundos ojos azules y comencé a hablar.

-Bueno es un tanto simple, mi padre odia a los músicos, y por supuesto no quiere que sea uno – comencé a jugar con los dedos de mi novia – pero claro que no pretendo hacerle caso, adoro tocar guitarra, es como… no lo sé relajante, y en casa no puedo hacerlo como algún hobbie, es por eso que con los chicos creamos una pequeña banda, aún no tocamos en ninguna parte, supongo que ese no es el objetivo, simplemente queremos pasarlo bien. Y aunque quisiera sería difícil porque bueno mi padre es inflexible y dudo que algún día lo entienda. – suspiré pesadamente, yo tampoco lo entendía, pero tendría que vivir con eso por mientras. – Sentí la mano de Sofía apretar un poco la mía mientras me dedicaba una pequeña sonrisa, se veía simplemente adorable.
- No sé si sirva de algo – se mordió su labio inferior – pero eres excelente tocando guitarra, estoy segura que le ganas a Slash o a cualquier guitarrista profesional. Y tampoco sé si sea el consejo más “hazle caso a tus padres” que se me ocurra, pero no creo que por eso debas dejar la guitarra y tu hobbie, son geniales, y podrían presentarse donde fuera – una deslumbrante sonrisa se dibujo en su rostro. No pude evitarlo y me incliné un poco en la mesa para besarla, nuevamente quedó con cara de estupefacción, no me cansaría nunca de tomarla por sorpresa, aunque esta vez este beso fue más casto, ya que a pesar de ser joven, idiota no era, y estábamos bajo la posible mirada de un padre celoso y sobre-protector. Sofía recorrió con la mirada a su alrededor, siempre lo hacía, a veces creía que se preocupaba mucho por las apariencias.
- Ese era mi gracias – ella se sonrojó levemente, y luego miró hacia donde estaba su papá. - Creo que quiero un café – ella tenía una extraña mueca en su rostro – ¿tu quieres? – apreté un poco su mano que estaba entrelazada con la mía.
-¿Qué? – estaba un poco cabreada, sus cambios de  humor lograban perturbarme.
- Si quieres un café – sonreí tratando de volver a animarla.
- Ehh, si supongo – volvió a mirar a su padre, quizás intentaba llamar su atención .

Me dirigí al mesón, y estaba una de las chicas que ahí trabajaban, me sorprendió no ver a Charles revolotear por ahí, después quizás averiguaría dónde se había metido. Fui hasta la caja a pagar los dos capuccinos, y el padre de Sofía, estaba de lo más entretenido conversando con una mujer que no estaba nada mal. “Buen gusto tiene mi suegro” pensé mientras me reía de mis reflexiones. Intenté llamar su atención y lo logré.

-Ah, hola Iván, te presento a…

Deberían odiarme, pero por favor ¡No lo hagan! ; les podría dar todas las razones del por qué me ausenté tanto tiempo de publicar, pero todo se resume a una terrible y tenebrosa cosa : Colegio. Sé que me entenderán o lo intentarán :) ; No les puedo prometer que publicaré ultra seguido, pero esta semana es como mas relajada y luego, las pruebas finales, me dará algún ataque de estrés jagsjahsja ... Bueno espero les guste el cap, es como de esos de transición , no pasan cosas tan relevantes... pero tiene que estar para seguir la historia " Las cosas entre Iván & Sofía suben de tono(? " :Z